Haz click aquí para copiar la URL
Voto de antonalva:
7
Thriller. Drama La historia se basa en el caso policial del Clan Puccio, que conmocionó a la sociedad argentina a principios de los 80. Tras la aparente normalidad de la familia Puccio se oculta un siniestro clan dedicado al secuestro y al asesinato. Arquímedes, el patriarca, miembro del Servicio de Inteligencia desde la dictadura, lidera y planifica las operaciones. Alejandro, el hijo mayor, estrella de un club de rugby, se sirve de su popularidad ... [+]
13 de noviembre de 2015
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Produce espanto y perplejidad presenciar cómo una sociedad puede estar tan enferma, tan corrompida, tan amoral y tan echada a perder que acaba asumiendo e integrando en la cotidianidad más repulsiva una cadena de crímenes contra la libertad individual, contra la convivencia cívica, contra el sentido común, por permitir que la criminalidad se adueñe del día a día, por no mover ni un dedo para restablecer el orden y la coexistencia pacífica entre los semejantes. Cuando el horror se vuelve cotidiano, parece que cualquier excusa es válida (la necesidad de dinero, la envidia por el que tiene más que uno mismo, la supuesta injusticia de haber perdido el poder, las diferencias ideológicas, etc.) para cometer cualquier delito en beneficio propio, sin importar sus consecuencias.

Convivir con la crueldad, la infamia, la ignominia, la extorsión, la barbaridad nos vuelve insensibles a las atrocidades. Cuando privamos al otro de cualquier derecho y dignidad porque piensa diferente, porque tiene más, porque nació en la riqueza o tuvo la gracia del talento, entonces se desencadenan cataclismos que resultan casi imposibles de domeñar. Y se desarrolla una ceguera pavorosa ante la crueldad e insensibilidad de toda actuación, fijándose sólo en los fines pero omitiendo la sangrante inhumanidad de los medios. Cuando creemos tener derecho a algo nos da igual que la ley no esté de nuestra parte: nosotros somos la ley o la reescribimos a nuestro antojo con tal de sacar tajada y saltarnos todo control, toda cortapisa, todo límite, por aberrante y cruel que nos volvamos.

Estamos ante un hecho verídico situado en la Argentina de los años ochenta, pero su validez trasciende aquella época y aquella geografía hasta devenir en metáfora universal. El momento y el país parecen anecdóticos – aunque no lo sean nunca y no debemos olvidar que todos somos responsables del momento presente que vivimos – pero está tan bien reflejado que produce la malsana sensación de estar asistiendo a un documental sobre el enfermizo y calamitoso comportamiento de personas enfermas de violencia, de armas, de vanidad, de rango, de impunidad o de ambición y que atropellan a sus semejantes en beneficio propio. Cerrar los ojos parece la solución: lo que no vemos, no existe. Y nos sentimos limpios.

Además del aterrador tono monocorde, atroz y lacerante que le imprime su director, Pablo Trapero, hay que destacar sobre todo la actuación portentosa de Guillermo Francella, un actor de una ductilidad camaleónica y de una efectividad infalible. Su mirada y su gesto espantan y su poderosa creación pasará a la historia de la feroz villanía vulgar y corriente. Muy desasosegante.
antonalva
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow