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Voto de Quatermain80:
8
6,5
1.088
Drama
Una joven estudiante de Oxford se ve envuelta en un accidente en el que como consecuencia muere su novio. Desesperada, sólo encontrará consuelo en un sereno y cálido profesor universitario. (FILMAFFINITY)
5 de febrero de 2012
32 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Joseph Losey es hoy poco conocido y aún menos estimado, circunstancia que, más allá de las modas y gustos imperantes en cada época, se debe, al menos en parte, a la indiscutible dificultad que presenta la comprensión de sus obras, profundamente cargadas de símbolos y alusiones, no siempre fáciles de apreciar a primera vista.
"Accidente" es un perfecto ejemplo de esto, pues tras una aparentemente rutinaria historia de cuarteto amoroso, se revela un análisis crudo y muy crítico de la moral burguesa y sus hipocresías, bien simbolizadas por los personajes y sus actitudes, en las que predominan la doblez, la envidia y la represión de los sentimientos. Aunque el foco de todos estos comportamientos es la atractiva Anna, es el personaje de Stephen el que reviste mayor interés, pues sintiéndose irresistiblemente atraído por ella, es incapaz de dar ningún paso, atrapado como está por las convenciones morales, de las que sólo logra emanciparse ocasionalmente. Por el contrario, Charley es su reverso, un tipo que se atreve a decir y hacer las cosas que a Stephen le gustarían, mientras que William -el accidentado- aparece como víctima de la hipocresía de los demás, y Rosalind -la esposa embarazada de Stephen- encarna la fachada familiar tras la que oculta Stephen sus verdaderos deseos.
Lo más prodigioso de la película es la perfección con la que Losey nos muestra todo esto a través de imágenes, que tienen una importancia infinitamente superior a la de los diálogos, con frecuencia banales, "distraídos", efecto buscado por director y guionista (de nuevo Pinter, que interpreta un breve papel en el filme), pues ejemplifica esa doble moral o hipocresía que tratan de criticar. El comienzo, con un travelling de aproximación parsimonioso hacia la casa mientras fuera de campo tiene lugar el accidente, es verdaderamente fantástico, al igual que ese partido de tenis en el que Rosalind "cae en el olvido" (toda una alusión al tipo de partido que se está jugando, en el que ella no tiene cabida) o el plano secuencia protagonizado por el triángulo Stephen-Anna-Charley en la cocina, cuya planificación resulta soberbia, mostrando en todo momento a los tres personajes y logrando una tensión que casi se puede cortar. Son momentos en que las miradas lo dicen todo, en que las actitudes resultan explícitas acerca de los pensamientos y sentimientos de los personajes, y lograr plasmarlo como lo hace Losey, con ese control y elegancia, está al alcance de pocos.
Con magníficas interpretaciones, sobre todo de Bogarde y Baker, que ya habían trabajado con Losey (en "El Sirviente" y "El Criminal" respectivamente), y una excelente fotografía llena de matices a cargo de Gerry Fisher, esta película constituye una de las mejores creaciones del director, síntesis de sus inquietudes intelectuales y de su talento cinematográfico. Acaba en spoiler.
"Accidente" es un perfecto ejemplo de esto, pues tras una aparentemente rutinaria historia de cuarteto amoroso, se revela un análisis crudo y muy crítico de la moral burguesa y sus hipocresías, bien simbolizadas por los personajes y sus actitudes, en las que predominan la doblez, la envidia y la represión de los sentimientos. Aunque el foco de todos estos comportamientos es la atractiva Anna, es el personaje de Stephen el que reviste mayor interés, pues sintiéndose irresistiblemente atraído por ella, es incapaz de dar ningún paso, atrapado como está por las convenciones morales, de las que sólo logra emanciparse ocasionalmente. Por el contrario, Charley es su reverso, un tipo que se atreve a decir y hacer las cosas que a Stephen le gustarían, mientras que William -el accidentado- aparece como víctima de la hipocresía de los demás, y Rosalind -la esposa embarazada de Stephen- encarna la fachada familiar tras la que oculta Stephen sus verdaderos deseos.
Lo más prodigioso de la película es la perfección con la que Losey nos muestra todo esto a través de imágenes, que tienen una importancia infinitamente superior a la de los diálogos, con frecuencia banales, "distraídos", efecto buscado por director y guionista (de nuevo Pinter, que interpreta un breve papel en el filme), pues ejemplifica esa doble moral o hipocresía que tratan de criticar. El comienzo, con un travelling de aproximación parsimonioso hacia la casa mientras fuera de campo tiene lugar el accidente, es verdaderamente fantástico, al igual que ese partido de tenis en el que Rosalind "cae en el olvido" (toda una alusión al tipo de partido que se está jugando, en el que ella no tiene cabida) o el plano secuencia protagonizado por el triángulo Stephen-Anna-Charley en la cocina, cuya planificación resulta soberbia, mostrando en todo momento a los tres personajes y logrando una tensión que casi se puede cortar. Son momentos en que las miradas lo dicen todo, en que las actitudes resultan explícitas acerca de los pensamientos y sentimientos de los personajes, y lograr plasmarlo como lo hace Losey, con ese control y elegancia, está al alcance de pocos.
Con magníficas interpretaciones, sobre todo de Bogarde y Baker, que ya habían trabajado con Losey (en "El Sirviente" y "El Criminal" respectivamente), y una excelente fotografía llena de matices a cargo de Gerry Fisher, esta película constituye una de las mejores creaciones del director, síntesis de sus inquietudes intelectuales y de su talento cinematográfico. Acaba en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El plano final es una copia invertida del inicial; donde era de noche es de día, donde Stephen estaba solo y salía, ahora está con sus hijos y entra, donde la cámara se acercaba ahora se aleja. Lo único que se mantiene es el accidente en fuera de campo; tal vez el primer plano anunciaba un cambio de actitud en Stephen -que tras rescatar a Anna colma sus deseos, acostándose con ella- mientras que el último viene a simbolizar la restauración del orden moral, el triunfo (una vez se han satisfecho los deseos inconfesables) de las apariencias.