Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Quatermain80:
8
Drama Un viejo campesino ucraniano se dispone a morir sobre la tierra en la que ha trabajado toda su vida. Su nieto, Vasil, decide entonces que el consejo de la villa debe comprar un tractor para compartirlo entre los granjeros, que unidos vencerán a las dificultades de la naturaleza y a la opresión de los ricos terratenientes. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
De los grandes directores del cine soviético, Dovzhenko era el único que me restaba por conocer, y ha sido una verdadera suerte poder ver esta película, seguramente su título más célebre, más aún teniendo en cuenta que he podido disfrutarla en pantalla de cine, lo que no resulta fácil hoy día.

En todo caso, y aunque no hubiera visto nada de este director, sí conocía algo de él, pues en cierta ocasión, en no recuerdo qué documental acerca del cine mudo, citaban unas palabras suyas que, más o menos, eran las siguientes: "el cine sin emoción es como un planeta sin atmósfera". Aquello se me quedó grabado, y hoy, tras ver el filme, he entendido plenamente a qué se refería el realizador ucraniano. Y es que su cine es eso; una serena y magistral contemplación de lo emotivo, un análisis de las realidades (naturales o no), así como de las situaciones, objetos y personas que provocan en nosotros una respuesta emocional. Es esta una de las formas de entender el arte, en la que éste se convierte en el principal medio para educar la sensibilidad, y precisamente esta película es un perfecto ejemplo de ello.

El filme, indudablemente, posee un argumento en la línea de la propaganda comunista ligada al proceso de colectivización y modernización del campo soviético, pero lo cierto es que como narración fílmica propagandística es claramente inferior a las obras que con tal objetivo realizaran sus coetáneos Eisenstein y Pudovkin; esto es lógico, pues la concepción cinematográfica de estos realizadores, basada en el montaje, perseguía sobre todo construir perfectos relatos fílmicos, mientras que Dovzenkho, sin renunciar a ello, persigue más bien la expresión de las emociones por medio de la contemplación. Así, los mejores momentos de la película son esos largos planos centrados en las espigas mecidas por el viento, en las peras que se empapan bajo la lluvia, o en los personajes, que casi inmóviles, transmiten, sin embargo, todos los sentimientos posibles. En este sentido la dirección de actores resulta fabulosa, lográndose una expresividad de los rostros pocas veces igualada, y eso que en la historia del cine mudo tenemos buenos ejemplos a los que recurrir.

Pese a esa cadencia pausada, a esa actitud contemplativa, la película no elude los cambios de ritmo, bien con fines simbólicos -como ocurre con la secuencia de la cosecha mecanizada, en constante aceleración- o dramáticos -sobre todo en la larga secuencia del funeral-, lo que demuestra la versatilidad del director. El guión, que hace muy poco uso de los intertítulos, cede frente a la emoción filmada, quedando el argumento en segundo plano, y mezclándolo con una postura reflexiva y poética acerca de la vida en el campo (y de la muerte; las dos que hay en el filme son extraordinarias: la una como ejemplo del buen morir, y la otra como símbolo del sacrificio que se precisa para emprender un cambio revolucionario).
Acaba en spoiler, sin revelar detalles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quatermain80
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow