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España España · Madrid
Voto de Jano:
8
Serie de TV. Ciencia ficción. Western. Drama. Intriga Serie de TV (2016-2022). 4 temporadas. 36 episodios. Westworld es un parque de atracciones futurista y controlado por alta tecnología dirigido por el Dr. Robert Ford (Anthony Hopkins). Las instalaciones cuentan con androides cuya apariencia física es humana, y gracias a ellos los visitantes pueden dar rienda suelta a sus instintos y vivir cualquier tipo de aventura o fantasía, por muy oscura o peligrosa que sea, sabiendo que los robots ... [+]
19 de octubre de 2016
5 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
De acuerdo a lo mostrado en los tres primeros episodios de esta apasionante serie, parece que la idea central de la misma gira en torno a un concepto ya obsoleto de la biología como es la decimonónica teoría darwinista. Repasémosla antes de empezar:

La tesis del darwinismo, que Charles Darwin nunca defendió con el fanatismo con el que lo harían sus seguidores hasta el día de hoy, se reduce a lo siguiente: la evolución de las especies, y por lo tanto de la vida misma, es producto de tan solo dos factores; por una parte el cambio aleatorio -lo que en esta serie llaman simplemente "error"-, y por otra la fijación por selección natural. Así, se supone que pequeños cambios genéticos -las mutaciones- se producen constante y aleatoriamente en generaciones sucesivas, y la propia selección natural se encarga de fijar aquellos que son beneficiosos para el organismo en cuestión desechando el resto.

Lamentablemente, ahí tenemos el registro fósil para desmentir tan sencilla teoría, pues lo que dicho registro muestra no es -como "debería" ser- una evolución lenta y paulatina de la vida, con cada característica de cada especie tomando forma paso a paso, sino la súbita desaparición y posterior aparición, cada cierto tiempo, no ya de especies definidas y perfectamente operativas desde un principio, sino de ecosistemas completos que, tras concretarse en muy poco tiempo, permanecen esencialmente estables y con muy pocos cambios, apenas cosméticos, durante decenas o cientos de millones de años.

Para sostener el mito darwinista frente a tan inoportuna -pero incontestable- realidad, los fanáticos biológos darwnistas han inventado una serie de conceptos, nada científicos por nunca demostrados, englobados en una pseudoteoría -que describe muy bien pero en realidad no explica nada- conocida como "teoría del equilibrio puntuado", cuyo pilar fundamental es un concepto muy conveniente pero, insistimos, nunca demostrado, como es el del "nicho ecológico". Según este concepto, la vida tendría algo así como una cantidad limitada de funciones que deben ser cubiertas por una cantidad limitada de seres; cubiertas dichas funciones, la evolución se detiene o ralentiza hasta que algún acontecimiento externo, como por ejemplo la caída de un meteorito en la Tierra, hace saltar todo el sistema literalmente por los aires y así a la vida no le queda otra que recomenzar a ritmo acelerado hasta, por así decirlo, "llenar de nuevo las vacantes disponibles". La cantidad de funciones a cubrir y de especies que deben cubrirlas, esto es, las "vacantes" que decíamos hace un momento, es por supuesto un misterio, como lo es también la descripción de la fuerza o ley exacta que regula toda esta memez. Porque, como el lector no fanatizado ya supondrá, la cosa es -tiene que ser-, sin duda un poquillo más complicada.

En fin.

Volviendo a la serie, que como prueba la puntuación que le doy considero a pesar de todo excelente, lo que parece que esta pretende hacer es algo así como extrapolar la mencionada teoría del cambio producto del error aleatorio -tomada aquí como una ley no solo natural, sino también matemática- al complejo mundo de la robótica. O, más específicamente, de la cibernética, entendida esta en su sentido original de ciencia que estudia el funcionamiento y comportamiento de sistemas muy complejos, artificiales o no. En otras palabras, parece que, en esencia, el tema de la serie es cómo algunos errores de funcionamiento y/o programación, estimulados en parte por algunos personajes humanos que en la historia vendrían a cumplir la función de meteoritos -o tal vez dioses, si la tesis darwinista acaba por hibridarse con la creacionista, cosa que no descarto-, cómo estos errores, decía, acaban provocando la evolución espontánea, incontrolada y "natural" de una colonia de ultrasofisticados robots ideados en principio para el entretenimiento.

Antes de decir que la serie es realmente buena -que sí, que lo diré-, cabría aún destacar algunos otros fallos o aspectos mejorables. Para empezar, me llama poderosamente la atención que los técnicos encargados del control, mantenimiento y reparación de estos robots no tengan otra forma de obtener la información que necesitan, más allá de preguntarle a los propios robots cómo se encuentran o las razones de su comportamiento. En este sentido, hasta los hologramas de Jarvis y de Ultrón en "Los Vengadores: la era de Ultrón" resultan más realistas porque, aunque para usted y para mí dichos hologramas no tienen sentido ni aportan información alguna, es evidentemente que, para Tony Stark y Bruce Banner, la cosa es muy distinta; lo cual, desde un punto de vista narrativo, es más que suficiente. Tampoco le veo sentido, poniéndome ya muy tiquismiquis, al hecho de que cada puesto de trabajo técnico aparezca tan limpio y ordenado y disponga de tantísimo espacio, en lugar de presentar un lógico y mayor hacinamiento en áreas de trabajo que, a fin de cuentas, estarán cerradas al público. Como tampoco se lo veo -el sentido, digo- a que cada cliente tenga tanto y tan lujoso espacio para algo tan tonto como cambiarse de ropa. ¿No sería más sencillo que cada uno pudiera elegir desde su casa el modelito que desea lucir, y que este lo esperase en el parque guardado en una simple taquilla? Carajo: incluso un servicio de sastrería y utilería a domicilio -subcontratado, por supuesto- saldría más barato.

Peeero... -¡ahora sí, ahora sí!-, hay que reconocerlo: la presencia de Harris y Hopkins, la calidad del guión y las tramas de los tres primeros episodios de la serie, y el innegable gusanillo del qué pasará, tan eficazmente alimentado, compensa de sobras, muy muy de sobras, todas las aristas anteriormente analizadas. Es decir que, si la cosa no decae, "Westworld" tendrá en el abajo firmante a un gran incondicional que ya se lo está pasando pipa.

Pero que no me tomen el pelo, porque esto no es ciencia ficción, sino pura fantasía. Macanudamente construida, pero fantasía.

He dicho
Jano
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