Vas a ver Megamente y puede que uno se dé por bien servido, porque a fin de cuentas se trata de una película de animación de las baratas con un destacado empeño técnico y el ánimo de meter las narices por donde a veces, reitero no siempre, cabe. Total, uno no puede irse exigiendo mucho porque aunque las historias sepan a convencionalismo sin sentido, hacen lo que a voz se te ocurriría si te dieran los medios y el dinero. Trabajar para Disney es eso, emanciparse en cierta forma de la libertad porque las ideas radicales no van bien a la infancia y diseñar un poco de esta realidad para exhibirla haría de los peques gente subversiva, inconformista, enemiga del ambiente y/o guerrilleros o paracos. Pues bien, es lo que se paga por tener la completa noción, casi la seguridad, de que tu película será promocionada en enormes vallas publicitarias en Antananarivo y que allí se verá, infaliblemente con buenas opiniones de la crítica.