Al principio del film, se nos avisa que el término que lleva el título de esta cinta no se puede traducir, que se asemeja a una forma de valentía inimaginable. Y a partir de allí y de algunas descripciones que dan sobre nuestro protagonista en algún tramo de la historia (entre los pocos diálogos que contiene 'Sisu'), entendemos de qué va todo, en un festín de violencia extrema, con litros de sangre que salpican la pantalla (al mejor estilo Tarantino).

Jorma Tommila compone a esta especie de Rambo finlandés que arremete contra los nazis, allá por la década del 40. Un tipo durísimo, resistente a todo, que busca conservar el oro que ha encontrado, resurgiendo una y otra vez: es que, a medida que el relato avanza, el intérprete central sortea todo tipo de situaciones, cada vez más deteriorado y molido (al igual que las letras de una tipografía que también beben del bueno de Quentin, en la división episódica que escoge Jalmari Helander, guionista y director de esta obra).

No hay demasiado para analizar en 'Sisu', estamos en presencia de un disparate disfrutable, enérgico, en el que cada evento resulta más inverosímil que el otro, pero para amantes del estilo de películas de acción que destacan por su factura técnica (fotografía y manejos de cámara, en este caso), funciona.

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