Recomendable sobre todo para cinéfilos del cine cañí español de los años 40. (A mí me gustan mucho este tipo de películas pero nunca le propondría a mi pareja verla juntos).

Vi esta famosa película entre los cinéfilos en alguna madrugada de la 2 en los noventa con el fervor que tienen algunos adolescentes cinéfilos por el cine antiguo, al que consideran más auténtico y sabio, y después lo vi en ese programa de "Qué grande es el cine español" de José Luis Garci con adoración.

Después aunque sabía el riesgo al que me exponía más tarde he vuelto a verla, y no he hecho más que sonreírme constantemente con indulgencia. Cuando uno madura va adquiriendo prejuicios de vida, pero como uno escucha se abre y vuelve a probar la experiencia. Y quería probar si estos "prejuicios" eran exageraciones o tenían una base real.

Un cine de suspense con cierto suspense en momentos puntuales, interpretaciones muy rígidas y obvias desde el protagonista apocado hasta el doctor malvado que es ingenuo en todo desde dar pistas sobre su plan malévolo hasta no matar al protagonista desde el comienzo, diálogos sencillos sin mucha carne, una trama rozando lo inverosímil, una ambiente algo castizo pero sin incidir demasiado en su humor (aunque se me pegó la cantinela del "dame la patita no me seas ingrata", ni en el ambiente de posguerra que se vislumbra transversalmente, y eso sí unos personajes interesantes pero poco profundizados.


O sea, una película que hay que ver con mucha simpatía para perdonarle sus fallos y cuyo gran mérito consiste en saber mezclar el suspense y un tono de comedia ligera, ser española y ser pionera de un género patrio que no se había tratado antes con una mínima dignidad. Los prejuicios muchas veces se cumplen.