Después de esta muy extensa reflexión personal me queda la satisfacción de que este excelente documental me haya dado la oportunidad de expresarla. Y es que finalmente cada quien tendrá la suya. Para algunos Richard Dawkins les parecerá uno de los hombres más visionarios y progresistas que han conocido y al que rápidamente le darán toda la razón al verse identificado con sus posturas. A otros les parecerá alguien sumamente molesto, arrogante y odioso porque viene con preguntas incómodas que solo producen ruido a sus idílicos sistemas donde son reyes. A mí me parece alguien muy valiente (imprudente en muchos casos) y necesario, aunque sí, en muchas ocasiones a lo largo del documental se comporte como el buen etólogo que es, observando curiosamente a la “manada” practicar sus correspondientes ritos y costumbres según el entorno en que se encuentren. Sus teorías y conclusiones, así como sus diálogos con personas de distintas religiones, muchos de ellos en verdad tensos y acalorados (hasta llegué a preocuparme de que fuera golpeado en algunos de ellos), son de lo más interesante de observar. Y si, personalmente si considero que se conduce de manera algo arrogante (pero honesta) con sus interlocutores, lo que le vale los problemas que mencioné, pero es que, siendo sinceros, dialogar con personas tan cerradas y fanáticas (sean del extremo que sean, creyentes o ateos), es en verdad muy pero muy difícil. Su denuncia es muy válida acerca del control mental al que somete la religión, y he de decir que personalmente pienso que está completamente en lo cierto: la religión impide el uso de la razón y el libre albedrío que divinamente poseemos. Sí, lo sé, meter el concepto de divinidad sacará ampollas a algunos. Soy espiritual y lo reconozco. Y soy científico y también lo reconozco. Son dos realidades que hacen lo que soy. Creo que hasta que el mundo se dé cuenta de ello, de que somos espíritu y materia, estaremos realmente en paz y nos dedicaremos a avanzar y a progresar sobre ello en lugar de ponernos trabas entre nosotros. Pienso que espiritualidad no es religión, pero eso es meternos en otro berenjenal. Pero bueno, al fin y al cabo ésta es solo mi teoría y cada quien tendrá la suya (eso es lo ideal y no que se le imponga alguna sin poder ser razonada ni cuestionada), y solo lo que nos queda es el respeto y la tolerancia para poder vivir. En fin, un documental ampliamente recomendable y que vale mucho la pena ver. Me quedo con su magnífica reflexión final, acerca de la improbabilidad de la vida entre todas las probabilidades, que como dije, para mí esa complejidad que apenas comenzamos a entender no es ninguna coincidencia. Pero saquen ustedes sus propias conclusiones...