El barrio despierta. Es uno de los días más calurosos del verano. La pizzería de Sal abre como cada mañana. En la radio Mister Señor Love Daddy comienza a emitir. Mookie se dirige al trabajo. Los viejos se quejan del estado de las cosas, rememoran batallitas, retoman conversaciones iniciadas años atrás. El borracho de siempre reparte consejos e intenta ganarse el afecto de una conocida. Un joven planea un boicot; otro presume de equipo de música.

Las horas transcurren y el ambiente se tensa. Un sol abrasador derrite las ideas y aviva los odios. Las calles son un hervidero. Negros, hispanos, coreanos e italianos apenas se soportan. La violencia constituye una posibilidad familiar. Todos culpan al otro de su situación. Se escupen insultos, afloran prejuicios, y cuesta mantener la calma. "Haz lo que debas", recomienda el borracho. Pero, ¿cómo saber qué es lo correcto?

Filmada con el virtuosismo formal del que suele hacer gala su director, narrada con conmiseración y rabia, crudeza y ternura, retrata con maestría un entorno salpicado de ira, pobreza y racismo. El final continúa generando debate.