Un maduro hombre danés se halla extraviado en la desoladora soledad del frío y hostil Ártico, donde su avión quedó estrellado, condenándole a un duro día y día de pescas y emisión de ondas de radio sobre la nieve. Cuando reciba una inesperada compañía, emprenderá un último intento suicida de ser rescatados. Una película de supervivencia cruda y heroico, con un único protagonista en perpetuo empeño de salvar el pellejo y salir del gélido atolladero. Una película de concentrada concreción y ascetismo, que logra que nos agarremos a la butaca durante hora y media con muy pocos elementos. En el núcleo brilla Mads Mikkelsen. El danés está estupendo, atesorando significado y hondura en cada gesto, e implicándonos de pleno en su lucha. No es esto óbice de que la película esté realizada con mucho estilo, aprovechando la potencia icónica de sus hermosos escenarios en planos generales de arrebatadores colores. El guión es muy completo a la hora de ofrecer al espectador un manual de supervivencia para extravíos en parajes polares. Es otro de sus grandes aciertos retener tanta tensión en una película en la que escasa es la acción y numerosos los silencios. Filme noble que ofrece exactamente lo que esperas de él, que no engaña ni se desvía de sus parámetros, más aún en un terreno que invitaba a las soluciones tramposas. Para ser su primera película, Penna narra con el aplomo de un veterano. Esperemos que filme más proyectos.

Del mismo modo que sus impuestas limitaciones narrativas son su gran virtud, se tornan a su vez en su más evidente defecto conforme avanza el metraje. Una vez quedan planteados los elementos el filme abandona su frescura, y su sucesión de situaciones muy similares provocan que descienda el interés de su portentoso inicio, especialmente conforme se desarrolla una expedición con altas probabilidades de fracaso. Y si bien el carácter meticuloso e incansable de nuestro protagonista lo justifican, bien es cierto que su destreza se antoja exagerada, y varias de las situaciones de las que consigue salir indemne se tambalean en el alambre de la verosimilitud. Es difícil no sentir que el segundo personaje está desaprovechado, en tanto supone un excesivo estorbo por el que el héroe se toma demasiados cuidados y no mejora el filme que había antes de su llegada. Una buena película, que duda cabe, pero que tendrá complicado arraigar en la memoria.

Elegante, penetrante y angustiosa, Ártico es una película con escasos elementos pero de innegable eficiencia en todo aquello que se propone. Uno de los debuts más competentes de los últimos años.