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Voto de Monsieur Hulot:
10
Drama La película se abre con un espectacular choque de trenes montado a partir de cortes muy rápidos, tan revolucionario en su tiempo como la llegada del tren a la estación filmada por Lumière en 1895. El ferroviario Sisif salva a Norma del choque y la educa como si fuera hija suya. Pero tanto él como su hijo Elie se enamoran de ella. Entonces Sisif decide casarla con un hombre rico, pero ella está enamorada de Elie. Son claras las ... [+]
10 de abril de 2012
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de su mastodóntica "Napoleón", Abel Gance ya se hizo un nombre en la historia del cine con "La rueda", cuya duración inicial era de 7 horas (hoy en día podemos disfrutar de una versión restaurada de 4 horas y media con una maravillosa banda sonora de Robert Israel).

Es cierto que la película es excesiva, no solo por su duración sino por el contenido. Por ejemplo, el film se recrea muchísimo en sus aspectos más poéticos (algo patente en su final, en que muestra sin cesar planos de la montaña y los personajes) y en multitud de simbolismos o referencias culturales (el nombre del protagonista hace referencia al mito de Sisifo, condenado a mover una piedra eternamente, y su ceguera trae a la mente el castigo que se autoinflinge Edipo al descubrir el incesto que ha cometido; eso sin tener en cuenta las citas directas a escritores clásicos sobre el tema de la rueda). Pero aun así, aun pecando de este aspecto, "La rueda" es una película que destaca por tener una pureza visual que solo se podía conseguir en el cine mudo.

Puede que a Gance se le vaya la mano en algunas ocasiones y que "Napoleón" sea más perfecta objetivamente, pero este film (que dedicó a su mujer recién fallecida) destila sentimiento y belleza. Pese a que el tema de "la rueda que nunca para de girar" pueda parecer demasiado filosófico, en realidad no deja de ser una historia de amor (amor en el sentido fraternal o en el sentido romántico, al final apenas se hace distinción) entre unos personajes que por unas circunstancias u otras se ven condenados a estar separados y ser infelices.

Incluso el tramo final, que en un primer visionado desconcierta porque parece que ya no hay conflicto y puede hacerse algo lento, resulta igualmente imprescindible y de una belleza sobrecogedora.

Por supuesto, luego están los aspectos técnicos que hacen de este uno de los films más importantes de la época: algunas secuencias de montaje son apabullantes y se adelantan a los vanguardistas soviéticos y visualmente está llena de planos muy atrevidos e innovadores para la época. Solo por eso sería una película imprescindible, pero yo prefiero reivindicarla por ser, pese a sus pequeños excesos, una de las obras más bonitas de la historia del cine.
Monsieur Hulot
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