Película a la que tenía particularmente ganas —desde que en verano viese su atrayente trailer—, y que en absoluto me ha defraudado, ya que posee una trama bastante más compleja y profunda de lo que se podría esperar a simple vista en una vulgar película de "carreras de coches".
Pero es que esta cinta no tiene nada de vulgar: las escenas de automoción es de lo mejor que he visto en años, Matt Damon está que se sale —interpretativamente hablando— y Christian Bale, aunque me cueste horrores admitirlo, ya que fuera de la gran pantalla me cae bastante gordo, es un actorazo como la copa de un pino y da vida, de manera notable, al icónico piloto de carreras Ken Miles.

Este largometraje de James Mangold (Inocencia interrumpida, Lobezno inmortal o Logan) atrapa porque en su historia hay muchos puntos de interés: Al esfuerzo por ganar la carrera se le suma el detonante del enfrentamiento entre dos gigantes del mundo de la automoción Ford versus Ferrari (título original de la película), pero también las tensiones entre los ejecutivos de Ford y los ingenieros, mecánicos y pilotos que trabajan en las pistas. Además la cinta aborda asuntos más personales como la amistad entre dos hombres, forjada en la lucha por el logro deportivo, mientras describe también la abnegación y el sacrificio familiar ante el coste personal.

En definitiva, una muy buena película que merece la pena ver y revisitar. Poder asistir a las 24 horas de Le Mans en pantalla grande es un auténtico deleite para los sentidos... abandonas la sala con la adrelanina por las nubes y con unas ganas tremendas de coger el coche.

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