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España España · Granada
Voto de Kikivall:
6
Western. Comedia Después de atravesar medio desierto, Trinidad, un tipo muy diestro con el revólver, descubre que su hermano mayor, otro granuja como él, es ahora el sheriff de un pequeño pueblo. Como no tiene nada urgente que hacer, decide quedarse a comer y descansar por algún tiempo. (FILMAFFINITY)
25 de mayo de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mis años universitarios en Salamanca, había días que bien por el frío, bien por las horas de estudio, bien porque apetecía salir sencillamente, al lado de nuestro piso en la calle Campoamor, no había más que atravesar la Alamedilla y allí estaba imponente y muy asequible de precio, sobre todo los miércoles, el Cine España. Por unos duros, tenías programa doble. Una peli, la segunda del programa, tenía que ser española y la primera solía ser una reposición americana.

Pues bien, en un otoño en que el parque se cubría de hojarasca junto a los pavos reales, nos dirigimos los compañeros de piso y yo a ver esta película de Enzo Barboni de primer plato, en el gallinero, parte superior, donde abundaban los pobres reclutas que también iban al cine a matar su tiempo extra-cuartel.

Barboni fue un director eficiente, que tuvo vista para fichar a dos actores muy taquilleros, el hábil Terence Hill, ligón, gandul, invencible con el colt y el fortachón, barbudo, barrigón, gruñón y sucio Bud Spencer, para hacer una hibridación del espagueti western y la comedia de humor. Eran películas de risa y disparos certeros pero sin borbotones de sangre ni nada de eso, como un juego, donde la pareja compuesta por el pícaro pistolero Trinidad (Hill) y el hermano, el Niño (Spencer) iban de despropósito en despropósito, llevados por una realización simple y práctica que resaltaba el espíritu socarrón y aquello de reírse de todo. Eso sí, ambos personajes, siempre salvando a pobre gente en apuros y dejando K.O. a cuanto pistolero incordiante se ponía en su camino.

Por cierto, una música pegadiza y buena de Franco Micalizzi que transmite y acompaña con amenidad la cinta, con un ritmo pegadizo que resulta agradable.

Hubo unas cuantas entregas de Barboni con esta pareja de personajes antitéticos pero que formaban gran equipo. Tras esta cinta vinieron, “Le seguían llamando Trinidad”, 1971; “Y después le llamaron el magnífico”, 1972 –pero sin Spencer, etc. Todas ellas pelis para pasar un buen rato, para que las chicas vieran los ojos azules de Hill, los muchachos la fuerza bruta de Spencer, reír un poquito, a otros les daba mucha risa la cosa, en fin, película de peleas sin sangre, blancas, de golpes a gogó, pero sin drama, mucha sencillez técnica e interpretativa, y mucha taquilla.

Y lo pasamos bien y volvimos a casa tras el metraje con el ánimo renovado para darle al estudio de nuevo. Veníamos de una cinta de un humor a la vez paradójico, desatinado, eficiente, universal, violento y entrañable. Todo a la vez.

Y la vida seguía y el otoño transcurría serpenteando por unos días que fueron inolvidables, con Cine España los miércoles y a la vuelta de la esquina, el amor.
Kikivall
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