Me ha gustado este western británico-neozelandés con resonancias de otros western y otros directores; es entretenido y mantiene la atención los 84 minutos de metraje. Y además, que en pleno 2015 siga habiendo westerns es un signo, según mi opinión, de que el cine continúa vivo.

En la historia, el joven aristócrata y poeta escocés de diecisiete años, Jay Cavendish se adentra al galope por la frontera occidental de los EE.UU., metiéndose de lleno en el Oeste americano. Es finales del siglo XIX y su riesgo va en aras de encontrar a la mujer amada.

Curioso resulta que el músico escocés John Maclean se haya convertido en director de cine, siendo ésta su ‘ópera prima’. Se trata de una película del lejano oeste realizado desde una visión europea, lo cual que descoloca un tanto. Maclean (líder de los grupos indie-rocks escoceses ‘The Beta Band’ y ‘The Aliens’), hace suya la máxima minimalista y saca excelente nota con este western a escala reducida, obra que tiene vinculaciones. Está bien escrito el guión del propio Maclean con un interesante un dueto formado por un adolescente y un caza recompensas. A pesar de la sencillez, el guion resulta maravilloso y profundo, con excelentes diálogos que encierran críticas severas a la sociedad estadounidense de aquella época.

La banda sonora de Jed Kurzel resulta un factor importante que armoniza y resalta el drama de la cinta, a la vez que traslada en el tiempo al espectador. Excelente fotografía de Robbie Ryan, plagada de escenas cuasi pictóricas, cada una de las cuales se convierte en una perfecta postal, sin duda con resonancias a las highlands de la natal Escocia del director. Muy buena la labor de montaje.

En el reparto sobresalen de manera notoria el trabajo excelente del polifacético Michael Fassbender, unido a Kodi Smit-McPhee, que a pesar de su juventud interpreta su personaje escocés muy bien.

Estamos ante una película que ha tenido importantes elogios por su naturalidad, su hermosa fotografía, buenos intérpretes y toques de originalidad frente al tradicional western de siempre. Es un insólito, llamativo y animado western que si bien se hace cargo de las características del género extraer la esencia de éstas para someterlas a cierto juego punzante. Puede recordar por momentos a los Coen o traer a la memoria la obra del violento Peckinpah.

Creo que este film del músico escocés es una obra con un importante ingrediente de valentía, un elogioso toque de hermosura y que posee elementos genuinos y de originalidad como para que podamos empezar a tener en cuenta a Maclean como un futurible importante en el mundo de la dirección cinematográfica. Este debut merece la pena tenerse en cuenta por su humor sombrío, su inquietante violencia y un añadido de confiabilidad en el producto final.

Además, aporta valores como el arrojo y la valentía o el compañerismo, y goza de unos exteriores bellos con escarpados parajes y vistas majestuosas (fue rodada en en la isla Sur de Nueva Zelanda y en el área de Achiltibuie, en las Tierras Altas de Escocia y también Colorado); sin olvidar el silvestrismo rampante entre los aventureros que asoman y los forajidos que no cesan. Aunque la película deja unos pocos puntos de la trama abiertos, eso no hace sino añadir multitud encantos al film.