Mike Nichols es un director del que se puede esperar lo mejor (Closer) y lo peor (Primary Colors). Afortunadamente nos encontramos en el primer caso, eso sí, ayudado por el magnífico guión del señor Sorkin, quien, indudablemente, conoce perfectamente los entresijos de la política norteamericana, algo probado sobradamente en su excelente serie, "El ala oeste de la Casa Blanca". El argumento gira en torno a un hecho real, basado en la guerra fría desarrollada entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el siglo XX. El protagonista, Tom Hanks, interpreta eficientemente a un hábil político que se sirve de una serie de favores ganados previamente para dotar de un potente arsenal al ejército afgano, de forma que nadie pudiese probar que el Gobierno Norteamericano anduviese tras dicha acción. Hanks está muy bien secundado por una espléndida Julia Roberts y por otro ganador del Oscar: Philip Seymour Hoffman. La historia está narrada con un sutil toque de ironía mediante el cual, uno tiene clara la doble moralidad estadounidense, muy proclive para la guerra pero bastante deficiente a la hora de cerrar sus asuntos de una manera satisfactoria. En definitiva, "La guerra de Charlie Wilson" deja claro que, en el mundo del cine, es mucho más importante tener una buena historia que contar que gastar cantidades ingentes de dinero en efectos especiales.