Y el desenlace del filme da a entender que no se puede alcanzar una existencia plena y feliz siendo amoral, que es imposible acallar y reprimir los remordimientos. Y si se hace es porque no se conoce otro modo de vivir y nada resulta pleno ni del todo satisfactorio.

También es llamativo el absurdo enredo en el que ha metido a los dos protagonistas la espiral de odio. Si se mostrasen buenos el uno con el otro todo se hubiera acabado mucho antes y no haría falta nada de toda esa catarata de ataques y represalias. Pero la película, a pesar de ser una buena ilustración del mal que reside en el hombre, está escrita a su propia medida, sucesos ajenos al control de los protagonistas sonríen o dan la espalda en el momento oportuno. A pesar de esto y de que la película tenga poca acción e intriga (es un drama con todas las de la ley) me parece buena por las reflexiones que invita a emprender y porque su en ocasiones, lento ritmo es compensado con secuencias no banales sino interesantes.