No dura ni noventa minutos, pero aún así se las apaña para que su lunático argumento se haga repetitivo. Vale que sea cine de acción, pero los personajes no pueden limitarse a ser meros avatares de un videojuego.

Podría tener un pase, pero la latosa banda sonora, la inexistente dirección de actores y los mecánicos diálogos que inspiran sopor e indiferencia corroboran que estamos ante un producto salido de una cadena de montaje. Al menos el acabado visual es bueno y si uno se la termina tragando entera es precisamente por eso.

Parece que Denzel Washington es la única estrella del género que no acepta participar en cualquier porquería, se permite exigir un mínimo de calidad en el guión de lo que protagoniza.