Lo que no puedo creerme es que «Carmen, la de Triana» tenga mejor nota media que «Carmen, la de Ronda». Suenan iguales, pero no lo son. Ciertamente, hay que reconocer la muy buena dirección técnica que realiza Florián Rey, y además en 1938, y encima en la Alemania de Hitler. Si te parece de película, efectivamente lo es, y de ahí «La niña de tus ojos» de Fernando Trueba, que no he visto y que tampoco es que me inspire gran interés.

Sea como sea, si algo destaca en «Carmen, la de Triana» es una inmensa Imperio Argentina. Admito que no tenía el honor de haberla escuchado antes y he quedado rendida, cual soldado navarro, ante su salero inconmensurable pero, sobre todo, ante su talento como cantante. Entiendo que su nombre artístico le viene por su origen porteño, pero yo tengo claro que si hay una voz que pueda describirse como argentina, esa es la suya. Acariciadora y cristalina, la copla suena con pasión y elegancia en sus afinadísimas cuerdas vocales. Qué arte, por favor. Su Carmen tiene un poquito de fatalidad y otro mucho de amor abrasador, así que su amante José no lo tendrá muy fácil en la vida. Él es Rafael Rivelles, correcto pero algo apagado para mi gusto.

Si la película empieza bastante bien la última hora más o menos se hace larga y con poca vitalidad, ya que se echa en falta más interacción y diálogos entre los protagonistas. De hecho, el desenlace me resulta abrupto. Con todo, por escuchar a Imperio Argentina ya vale la pena.