Esta película tiene un nombre propio: John "Doc" Hollyday. Val Kilmer nació para este papel: el de un pistolero con mucho de dandy y algo de errante caballero medieval. Un hombre que se enfrenta a la muerte con la indolencia que da la desesperación y el amor incondicional a los otros. Atención a cada palabra que sale de su boca, a cada mirada, a cada gesto, a cada comportamiento que nos regala a lo largo de la película, sobretodo justo al final, donde se retrata por completo. Es posible que no lo olvidéis nunca.

Se hace difícil criticar «Tombstone» sin hablar de Hollyday, pero haciendo el esfuerzo y mirando más allá de su personaje, la película resulta ser un western más que aceptable. Tiene la dosis justa de violencia, tiroteos, conflicto y emociones. Muy destacable tanto el personaje de Wyatt Earp y su soberbia personalidad (que en verdad desarma al que tenga enfrente) y a unos antagónicos que ya los quisiera yo encontrar más a menudos en el cine. Pistoleros que hablan latín y que, borrachos de opio, disparan a la luna. Si alguien puede mejorarlo, que lo mejore.

En su recta final, diría que decae un poco. Se hace algo repetitiva, sin mucha originalidad en los enfrentamientos e, incluso, me atrevería a decir que simplona. De todos modos, siempre quedará Hollyday para salvar la película y quedarnos embobados con su forma de retar al enemigo. La película es de siete, pero él es de diez. Conclusión: no os la perdáis.