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España España · Málaga
Voto de Kaori:
3
Animación. Comedia. Fantástico Desde su nacimiento, Mavis vive en el lujoso hotel Transylvania, que fue creado para proteger a los monstruos de la amenaza de los seres humanos. Cuando Mavis está a punto de cumplir la mayoría de edad (118 años), su padre, el conde Drácula, le prepara una fiesta a la que acuden los mejores amigos de la familia: desde Frankenstein al Hombre Invisible o la Momia; pero también asiste a la celebración un hombre que se enamora de Mavis. (FILMAFFINITY) [+]
11 de noviembre de 2012
24 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primero, los agradecimientos: gracias a Sony Pictures por contribuir con «Hotel Transilvania» a la aniquilación neuronal, sentimental y estética de nuestra juventud. Gracias, también, por colaborar en el asesinato en masa de los mitos del folklore y la cultura occidentales, apuñalando con más saña y regocijo al ya moribundo vampiro y hombre lobo. Y, finalmente, gracias a los responsables del cine de mi pueblo por haber cambiado el Día del Espectador por una promoción que incluye entrada gratis para el miércoles siguiente; sin ella, no me hubiera visto obligada a acudir al cine y elegir una película de la deprimente cartelera, y es posible que nunca hubiera visto esta película.

Algo que me llama muchísimo la atención es el sentido del humor de «Hotel Transilvania», que es preocupante, realmente preocupante. Desterrada la inteligencia, el buen tono y el ingenio, el nuevo concepto de humor para nuestros chicos fomenta lo escatológico y lo asqueroso, cuanto más mejor. Así, la película está repleta de bromas donde los pedos, la caca y todo tipo de fluidos corporales son los protagonistas, añadiendo una pizca de comida repugnante a base de lombrices y demás bichos vomitivos. ¿Dónde está la gracia? Pues no sé, porque este tipo de humor parece más bien dirigido a los hombres adultos más bastos y retorcidos. Lamentable.

Otro aspecto que me ha aterrorizado es ver en pantalla la moda, el carácter y la cultura oficiales, cosa que me ha dejado, literalmente, con la boca abierta. Aquí, todo lo pasado y lo clásico se rechaza; los pobre Bach, Mozart y Beethoven se hunden en la depresión ante el rechazo unánime de su estilo musical y los monstruos pierden toda su simbología y esencia tradicionales. Ahora, lo bueno es rapear y ser estridente; el «haz lo que quieras» sin ningún compromiso, incluso arriesgando la vida (como la vampiro Mavis, que quiere irse a Hawai...); los chicos sobreexcitados con bermudas, enganchados al móvil, vocabulario reducido a «que flipe» y una irresponsabilidad supina; los adultos idiotizados, débiles, sin dignidad, que no se respetan ni les respetan y a quienes los jóvenes dicharacheros, ahora los jefes, sacan de su insoportable aburrimiento con fiestas salvajes, que es lo único y verdaderamente divertido, claro. Véase al hombre lobo, por ejemplo, o al propio Conde Drácula, que sufre una regresión a la adolescencia más irreverente con un chute de adrenalina subido a una mesa y allí se quedan, en el perpetuo «flipe».

Ya con todo esto ningún niño debería verla, pero es que encima los creadores se lucen con las bromitas. Y es que dudo mucho que nuestros pequeños entiendan todas las alusiones del hombre invisible emulando (hasta en el doblador) a Woody Allen; ni por qué Frankenstein tiene miedo al fuego (de hecho: ¿saben de dónde viene Frankenstein?); ni qué son las cabezas reducidas, ni pillarán lo que tiene de particular que un zombi quiera llevarse con él a la guapa maniquí. Supongo que son guiños a los mayores, pero es que, aún entendiéndolos, no son graciosas; curiosos, sí, pero a los niños no les aporta nada.

Leído esto, ¿por qué le pongo tres estrellas como tres soles? Pues porque al menos no te duermes en la butaca, hay alguna cosilla suelta que hace que te rías (genial la breve pero acertada parodia de «Crepúsculo») y por los magníficos títulos de crédito, con dibujo hecho a mano y bastante retro, así que no os vayáis y quedaos a verlos.

En realidad «Hotel Transilvania» es de lo más interesante sociologicamente hablando por el reflejo que hace de una sociedad a la deriva que convierte la infancia en una madurez acelerada y estúpida. Como obra cinematográfica, flojísima.
Kaori
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