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España España · Málaga
Voto de Kaori:
4
Romance. Drama. Comedia Holly Golightly es una bella joven neoyorquina que, aparentemente, lleva una vida fácil y alegre. Tiene un comportamiento bastante extravagante, por ejemplo, desayunar contemplando el escaparate de la lujosa joyería Tiffanys. Un día se muda a su mismo edificio Paul Varjak, un escritor que, mientras espera un éxito que nunca llega, vive a costa de una mujer madura. (FILMAFFINITY)
14 de setiembre de 2012
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero, ¿cómo es posible que una historia como esta haya tenido tanto éxito? Yo lo siento mucho pero para nada me identifico con la protagonista, Holly Golightly, una vulgar prostituta con ínfulas de estrella de Hollywood sin serlo, muy simpática ella, desde luego, pero con más cara que espalda y la cabeza llena de tonterías.

Se queja nuestra amiga Holly de los «canallas y super canallas» que la pretenden. Y me pregunto: canallas, ¿por qué? ¿Porque no le ponen el anillo de compromiso al mismo tiempo que le dan los cincuenta dólares «para ir al tocado»? Sinceramente, no sé qué quiere Holly. Ella tampoco lo sabe, pero aparenta saberlo, del mismo modo que aparenta ser feliz siendo una desgraciada. Una completa desgraciada del montón, sin amigos, sin lazos humanos, sin nadie que la respete verdaderamente; una chica que sirve para que te rías de sus idioteces, pases el rato y luego, cuando la dejes, te digas «pobrecilla».

Esta mujer ha quedado, sin embargo, como el referente del glamour y lo femenino. No discuto ni una cosa ni la otra, pero no sé a quién le puede gustar esta glorificación de la promiscuidad por dinero, de la ambición trepa, del oficio ni beneficio, del desequilibrio mental, del desapego hacia todo y a todos; de la irresponsabilidad supina y del narcisismo más vulgar. Sobre el glamour, diría que sólo a ratos, porque esa pamela para ir a la cárcel queda fatal, y una de las claves para la elegancia es saber vestir en relación a la situación y al lugar, cosa de la que Holly se olvida por completo.

Por si fuera poco, esa señorita que no quiere jaulas, ni pertenecer a nadie, que desea ser libre y sin ataduras, va y se topa con el guapísimo de George Peppard como caído del cielo para que la saque del fango en el que se encuentra, planteamiento que no deja de ser peligrosamente «machista» según los conceptos que tenemos hoy en día. El caso es que ella, encima, se queja, se resiste, patalea, da calabazas, se hace la digna, desprecia y huye. Pues allá tú, guapa, allá tú.

Dejando aparte el trasfondo ideológico, «Desayuno con diamantes» funciona medianamente bien gracias, sobre todo, al carisma de sus protagonistas. Audrey Hepburn está fantástica, marcando estilo con su extrema delgadez y hasta potenciándola con vestidos negros; y de Geroge Peppard sólo diré que es un caramelo irresistible, amante y escritor que volvería a loca a cualquiera, incluida la frígida de Holly, y no precisamente al revés. Pero el argumento es así, y no se puede luchar contra él. El mayor lastre es el perpetuo peloteo a la protagonista y algunos aspectos de la historia absolutamente rocambolescos, como lo de la mafia o el propio pasado de Holly, que aparece y desaparece sin ninguna consecuencia. Lo del hermano Alfred queda también bastante en el aire.

Su fama es preocupante, así que mejor verla para conocer al mito. Luego, olvídala.
Kaori
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