Rachel es una chica de físico agradable, aunque ella no se crea muy atractiva y que atrae a los chicos sin ser de las que saben sacarse partido, o sea de las que hay que mirar dos veces para ver que son bastante más guapas de lo que parece en un primer momento, pues no se pintan mucho o no llevan demasiado escote. Su personalidad es introvertida y tiende a modosita.
Darcy por el contrario, se quiere por encima de todas las cosas, es superficial y cree que todos los demás la ven divina y la adoran puesto que asegura ser la alegría personificada. No tiene ningún problema de autoestima, vamos.
Rachel es el tipo de persona que gente como Darcy adoran porque como nunca suelen decir “no”, son un auténtico chollazo, te acompañan a cualquier sitio y hacen todo lo que una persona mínimamente manipuladora desea.
El caso es que esta película te hace ver lo peligrosas que pueden ser amistades como Darcy si no reconoces pronto su naturaleza y les sabes parar los pies, marcando tu territorio, porque ellas como no les digas que una cosa te interesa no se van a parar a pensarlo, puesto que no suelen calzarse en los zapatos de otro, ni aunque seas su mejor amiga.
Al chico con el que se va a casar Darcy; Dex (Colin Egglesfield), se lo presentó Rachel cuando entre ellos había una amistad muy especial que Darcy se pasó por alto en dos minutos, como es natural dada su forma de ser y se lo ligó en un santiamén y el chaval se dejó querer, porque es otra persona acostumbrada a vivir diciendo que sí a todo. Si Rachel hubiese sido más espabilada no se lo hubiese dejado “robar”, pero parece que la vida y amigos tan majos como Ethan (John Krasinski) le hacen espabilar con esta frase tan aleccionadora “¿crees que ella en tu lugar se lo iba a pensar dos veces?”.
Se supone que Darcy y Rachel son amigas íntimas pero de esas amistades en que siempre sale perdiendo la misma, o sea de las que no interesan, salvo que se mantenga a Darcy a cierta distancia prudencial y por cierto que apetece darle unas collejas a Dex (Colin Egglesfield) porque mira que tiene Rachel paciencia con él, hasta que toma una decisión Dios y ayuda.
Si acaso tacharía como error del film que ojalá los protagonistas fueran más directos y así no habría ni cuernos ni malos rollos (tampoco habría película entonces), pero supongo que es como la vida misma, donde no abunda la gente de "al pan pan y al vino vino" sino que hay que andar con la antena puesta para ir pillando las indirectas.
Me gustó el guiño del final, entre los títulos de crédito, yo también saldría corriendo.