Tenía ganas de hablar de ella ante la esperadísima llegada de "Balada triste de Trompeta", la que según dicen es de lo mejor de la filmografía de nuestro director de la Academia, Álex de la Iglesia. Son bien conocidas, y las comparto abiertamente, las comparaciones de Alex de la Iglesia con el archiconocido Tarantino. De hecho, yo diría que existe una tríada muy especial conformada por el estadounidense Tarantino, el chicano Rodríguez, y el español De la Iglesia.

Cada uno, obviamente, con su propia versión de lo que es un guión y de lo que significa el uso de la violencia en una película. La violencia es un motor, es un catalizador, pero forma parte de un todo y es irrenunciable. Como diría Haneke, la violencia está ahí fuera, en la calle. Es palpable. Tarantino la utiliza cuando se encuentra en el clímax, Rodríguez siempre que cree que sus guiones patéticos no llenan suficientemente la escena, y Alex de la Iglesia, simplemente cuando le da la gana. Sin previo aviso.

Hay de todo en la película. Ecos de su estilo inimitable, que mezcla lo más cotidiano de la España cañí con lo más anómalo de las películas acción y suspense. Como en "El día de la bestia". Lo normal, lo burlesco, las escenas made in Spain con situaciones que podrían haber inspirado a "Aquí no hay quien viva", mezcladas con reminiscencias hitchcockianas.

El reparto no nos dice nada que no supieramos. Carmen Maura está espléndida en sus múltiples facetas, si bien nunca me ha entusiasmado. Emilio Gutiérrez Cava tiene presencia y llena la pantalla de ella cuando aparece. Por lo demás, los clásicos españoles de siempre, incluídos Sancho Gracia y un pequeño cameo de su hijo. Acción, suspense, humor, con una comunidad de vecinos clásica en una de las barriadas de Madrid.