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Voto de Greg:
9
7,3
30.804
Romance. Drama. Comedia
Lo que comenzó como un juego de infancia entre Sophie y Julien, un juego de atrevidos retos, con el tiempo se ha convertido en una forma de vida. Sophie y Julien llevan ese juego hasta el límite, se burlan de todo y de todos y se hacen daño deliberadamente. Moderno cuento de hadas que relata una grotesca y hermosa relación de amor-odio. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia amor nada convencional... nada ortodoxa.
Sophie y Julien, dos niños hechos con el mismo molde que encuentran el uno en el otro el complemento que les falta a sus vidas, el amor, crean un juego que se convertirá en su forma de vida, en adrenalina, en la razón para vivir y para morir. ¿Un juego de idiotas? Tal vez, pero era su juego. Crecen, pero su niñez sigue intacta... crecen, y los sentimientos afloran... crecen, y empiezan a dañarse... Dos personas que siempre se amaron con locura pero sin el suficiente valor para aceptarlo, pero sí para lastimarse. No es nada parecida a Amelie... hay que reconocer que sigue el estilo, pero ¿y qué?, todos seguimos un estilo y aun así somos originales. Una gran historia, extraña, con un gran conjunto de talento actoral, desde los niños (sobre todo la niña), hasta el deslumbrante protagonismo de Cotillard, sin desmeritar a Canet, con una banda sonora que se reduce a una sola canción, un guion tan simple y tan complejo, unas puestas de cámara rústicas, directas, una iluminación grisácea, una amistad incondicional y un amor asesino, y esos detalles bizarros del cine francés, que muchos pueden tildar de clichés, hacen de esta película un joya cinematográfica moderna. La historia del Tirano y el Flan, que jugaron tanto que ya nunca supieron vivir sin hacerlo, que ya no supieron cuándo actuaban en serio y cuándo no. Combinar lo macabro con lo tierno, una malsana perversión con un ingenuo amor, una comedia negra con un drama psicótico... es arriesgado, casi imposible de lograr; por todo ello, la ópera prima de Yann Samuell merece un puesto digno dentro de las típicas carteleras invadidas de efectos especiales que, en su gran mayoría, son más visibles que el propio relato; justamente lo contrario de lo que sucede con esta película, donde esos mismos efectos no tapan, sino que acentúan en su justa medida una narración provista de ráfagas de ácido humor y pasiones desatadas. Un romance absoluto prolongado en el tiempo, con los encuentros y desencuentros de un Tirano y un Flan a ritmo de "la vie en rose", y con final curioso y atrevido. Un cuento de realismo mágico con muchos aciertos y algún que otro defecto propio de un director debutante (más que todo en algunos detalles del guion). Dos amantes eternos, congelados en el tiempo. Después de verla queda un nudo en la garganta, diferente a los que producen aquellos endulcolorados y sensibloides dramones de Hollywood, es una sensación extraña, es frustración, es como querer entrar a la pantalla y ser una especie de "Pepe Grillo" y cambiar todo, pero luego de unos minutos, cuando se ha desacelerado tu corazón y has secado tus ojos, dices "así debía ser", y si aun no piensas así, confórmate con el pseudo-final más propio del cine americano.
Sophie y Julien, dos niños hechos con el mismo molde que encuentran el uno en el otro el complemento que les falta a sus vidas, el amor, crean un juego que se convertirá en su forma de vida, en adrenalina, en la razón para vivir y para morir. ¿Un juego de idiotas? Tal vez, pero era su juego. Crecen, pero su niñez sigue intacta... crecen, y los sentimientos afloran... crecen, y empiezan a dañarse... Dos personas que siempre se amaron con locura pero sin el suficiente valor para aceptarlo, pero sí para lastimarse. No es nada parecida a Amelie... hay que reconocer que sigue el estilo, pero ¿y qué?, todos seguimos un estilo y aun así somos originales. Una gran historia, extraña, con un gran conjunto de talento actoral, desde los niños (sobre todo la niña), hasta el deslumbrante protagonismo de Cotillard, sin desmeritar a Canet, con una banda sonora que se reduce a una sola canción, un guion tan simple y tan complejo, unas puestas de cámara rústicas, directas, una iluminación grisácea, una amistad incondicional y un amor asesino, y esos detalles bizarros del cine francés, que muchos pueden tildar de clichés, hacen de esta película un joya cinematográfica moderna. La historia del Tirano y el Flan, que jugaron tanto que ya nunca supieron vivir sin hacerlo, que ya no supieron cuándo actuaban en serio y cuándo no. Combinar lo macabro con lo tierno, una malsana perversión con un ingenuo amor, una comedia negra con un drama psicótico... es arriesgado, casi imposible de lograr; por todo ello, la ópera prima de Yann Samuell merece un puesto digno dentro de las típicas carteleras invadidas de efectos especiales que, en su gran mayoría, son más visibles que el propio relato; justamente lo contrario de lo que sucede con esta película, donde esos mismos efectos no tapan, sino que acentúan en su justa medida una narración provista de ráfagas de ácido humor y pasiones desatadas. Un romance absoluto prolongado en el tiempo, con los encuentros y desencuentros de un Tirano y un Flan a ritmo de "la vie en rose", y con final curioso y atrevido. Un cuento de realismo mágico con muchos aciertos y algún que otro defecto propio de un director debutante (más que todo en algunos detalles del guion). Dos amantes eternos, congelados en el tiempo. Después de verla queda un nudo en la garganta, diferente a los que producen aquellos endulcolorados y sensibloides dramones de Hollywood, es una sensación extraña, es frustración, es como querer entrar a la pantalla y ser una especie de "Pepe Grillo" y cambiar todo, pero luego de unos minutos, cuando se ha desacelerado tu corazón y has secado tus ojos, dices "así debía ser", y si aun no piensas así, confórmate con el pseudo-final más propio del cine americano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Desgarrador final, me quedó grabada por siempre la última conversación:
- Hay dos o tres cosas que nunca me has pedido y lo lamento. Habría sido capaz.
- ¿Qué cosas?
- Comer hormigas, insultar a los parados que salen del Inem... y amarte con locura.
Y este monólogo, uno de los mejores que he visto en el cine:
"Felicidad en estado puro, bruto, natural, volcánico, que gozada, era lo mejor del mundo... Mejor que la droga, mejor que la heroína, mejor que la coca, chutes, porros, hachís, rayas, petas, hierba, marihuana, cannabis, canutos, anfetas, tripis, ácidos, lsd ,éxtasis... Mejor que el sexo, que una felación, que un 69, que una orgía, una paja, el sexo tántrico, el kamasutra, las bolas chinas... Mejor que la nocilla y los batidos de plátano... Mejor que la trilogía de George Lucas, que la serie completa de los Teleñecos, que el fin del Milenio... Mejor que los andares de Ally Mcbeal, Marilyn, la Pitufina, Lara Croft, Naomi Campbell y el lunar de Cindy Crawford... Mejor que la cara B de Abbey Road, los solos de Hendrix. Mejor que el pequeño paso de Neil Amstrong sobre la Luna, el Space Mountain, Papa Noel, la fortuna de Bill Gates, los trances del Dalai Lama, las experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lázaro, todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, el colágeno de los labios de Pamela Anderson, mejor que Woodstock y sus fiestas mas orgásmicas...mejor que los excesos del Marqués de Sade, Arthur Rimbaud, Morrison y Castaneda... Mejor que la libertad... Mejor que la vida".
"Y ya está, así es como ganamos la partida. Juntos, y felices. Y ahí, sepultados bajo el hormigón, por fin pudimos compartir nuestro sueño de infancia: el sueño de un amor sin fin. "
- Hay dos o tres cosas que nunca me has pedido y lo lamento. Habría sido capaz.
- ¿Qué cosas?
- Comer hormigas, insultar a los parados que salen del Inem... y amarte con locura.
Y este monólogo, uno de los mejores que he visto en el cine:
"Felicidad en estado puro, bruto, natural, volcánico, que gozada, era lo mejor del mundo... Mejor que la droga, mejor que la heroína, mejor que la coca, chutes, porros, hachís, rayas, petas, hierba, marihuana, cannabis, canutos, anfetas, tripis, ácidos, lsd ,éxtasis... Mejor que el sexo, que una felación, que un 69, que una orgía, una paja, el sexo tántrico, el kamasutra, las bolas chinas... Mejor que la nocilla y los batidos de plátano... Mejor que la trilogía de George Lucas, que la serie completa de los Teleñecos, que el fin del Milenio... Mejor que los andares de Ally Mcbeal, Marilyn, la Pitufina, Lara Croft, Naomi Campbell y el lunar de Cindy Crawford... Mejor que la cara B de Abbey Road, los solos de Hendrix. Mejor que el pequeño paso de Neil Amstrong sobre la Luna, el Space Mountain, Papa Noel, la fortuna de Bill Gates, los trances del Dalai Lama, las experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lázaro, todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, el colágeno de los labios de Pamela Anderson, mejor que Woodstock y sus fiestas mas orgásmicas...mejor que los excesos del Marqués de Sade, Arthur Rimbaud, Morrison y Castaneda... Mejor que la libertad... Mejor que la vida".
"Y ya está, así es como ganamos la partida. Juntos, y felices. Y ahí, sepultados bajo el hormigón, por fin pudimos compartir nuestro sueño de infancia: el sueño de un amor sin fin. "