Robert de Niro ya había demostrado su talento ante las cámaras. "Taxi driver", "Toro salvaje", "Casino", "Heat", "Uno de los nuestros" o "Despertares" le avalan, entre otras. Ahora tocaba que, tras su primer ejercicio cinematográfico ("Una historia del Bronx") confirmase lo que había demostrado en aquella: Buen pulso, Notable dirección de actores, gran puesta en escena y los suficientes recursos como para que no fuera un trabajo de fácil olvido.
Aquí, pese a los desmanes iniciales de Angelina Jolie, excesivamente jactanciosa e, incluso, sobreactuada, sabe como administrar los recursos de Matt Damon sin que caiga en la vulgaridad, así como darle el suficiente margen a ases de importancia como Baldwin, Turturro o él mismo como para que cada aparición de sus personajes resulte trascendente, y no un simple ejercicio de autocomplacencia. También muestra tras "Una historia del Bronx" que la dirección de actores noveles no se le da nada mal, y lo que allí lograba con Brancato dando vida al protagonista del film, aquí lo hace con una total desconocida (por lo menos para mi): Tammy Blanchard, que ofrece una de las mejores interpretaciones de la cinta sin lugar a dudas.

El guión de Eric Roth que muchos encumbran por ahí, yo lo definiría en una sola palabra: Disperso. Cierto que está bien desarrollado en determinados puntos y excelentemente culminado (sobretodo con esa soberbia secuencia final que destapa una de las mejores conclusiones del año), sin embargo, se pierde en nombres, situaciones y relleno que para nada le viene bien al trabajo de de Niro, además de desaprovechar multitud de flecos y detalles (el romance entre Laura y James es resuelto de un plumazo, muchos de los conflictos entre la pareja quedan desvirtuados por el poco espacio que se les dedica...) que hubiesen dotado la cinta de una envergadura y una fuerza dramática mucho más grandes.

Puede que este nuevo descenso a las catacumbas del ser humano, enfocado en esta ocasión desde un agente que antepone sin excesivo pudor algunos compromisos a sus responsabilidades, aunque tras ello encontremos el retrato de alguien que se preocupa por los suyos (su hijo) y que se ve gravemente aturdido por las causas que le sumergieron en una vida que, en parte, e indirectamente, nunca quiso llevar tal como fue, resulte algo sugestivo, en cambio, y ante los minutos que le sobran, también le faltan otros elementos: Le falta ese aire sombrío que en muchas ocasiones debería asolar a nuestro protagonista, esa turbación que por ahí describe algún crítico y que yo observo en muy pocas ocasiones y una holgura emocional que, finalmente, destape los sentimientos del espectador. En cambio, de Niro logra parcialmente algunos de sus objetivos, pero no marca, no deja huella, como si lo hizo tras ese estremecedor nudo en la garganta que dejaba "Una historia del Bronx" al terminar de visualizarla.
Se agradecen las intenciones, puesto que aunque posea la intensidad suficiente cuando lo requiere, se queda a medias.