Media votos
5,7
Votos
7.541
Críticas
1.255
Listas
170
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Grandine:
8
1982
7,4
1.303
20 de mayo de 2008
55 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adiós, mejores amigos del hombre.
¿Amigos de quien?
Nosotros no tenemos amigos. Bueno sí, somos amigos de nuestra soberbia, nuestro despotismo y nuestra envidia. Vivimos encadenados a ellos.
Pero ésta no va sobre nosotros, no. Aquí sólo somos los protagonistas involuntarios, por desgracia y como de costumbre.
Nosotros somos la plaga, y nosotros desatamos la plaga.
Ellos son animales que vagan de un lado a otro, que sólo buscan morir con un poco de dignidad. Dignidad, ¿tan difícil es de acatar esa definición?
Lo que a nosotros nos sobra, ellos lo desean para morir. Donde sea, cuando sea, pero con dignidad, joder. Y ni eso.
A veces en mitad de la calle, a veces en cualquier lúgubre perrera y a veces en cualquier charco, dejando que sueñen. Que sueñen, pobres ilusos, ya se lo hemos arrebatado todo, y ahora sólo les queda morir, con o sin dignidad.
Tras ello, paisajes teñidos de luz, color y vivacidad, pero aflicción en primer plano. Nieve blanca como la tez de la luna, brillantes encajes y, en el fondo, tanta tristeza, tanta desolación.
Y tras tanta desolación, aun intentan mantenerse en pie, avanzar, salir a flote, para perecer en algún lugar con un poco de dignidad...
¿Amigos de quien?
Nosotros no tenemos amigos. Bueno sí, somos amigos de nuestra soberbia, nuestro despotismo y nuestra envidia. Vivimos encadenados a ellos.
Pero ésta no va sobre nosotros, no. Aquí sólo somos los protagonistas involuntarios, por desgracia y como de costumbre.
Nosotros somos la plaga, y nosotros desatamos la plaga.
Ellos son animales que vagan de un lado a otro, que sólo buscan morir con un poco de dignidad. Dignidad, ¿tan difícil es de acatar esa definición?
Lo que a nosotros nos sobra, ellos lo desean para morir. Donde sea, cuando sea, pero con dignidad, joder. Y ni eso.
A veces en mitad de la calle, a veces en cualquier lúgubre perrera y a veces en cualquier charco, dejando que sueñen. Que sueñen, pobres ilusos, ya se lo hemos arrebatado todo, y ahora sólo les queda morir, con o sin dignidad.
Tras ello, paisajes teñidos de luz, color y vivacidad, pero aflicción en primer plano. Nieve blanca como la tez de la luna, brillantes encajes y, en el fondo, tanta tristeza, tanta desolación.
Y tras tanta desolación, aun intentan mantenerse en pie, avanzar, salir a flote, para perecer en algún lugar con un poco de dignidad...