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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
4
Drama A principios de los ochenta, un congresista americano aficionado a la diversión, una mujer de la alta sociedad de Houston defensora acérrima de las buenas causas y un agente de la CIA apasionado por los retos, conspiraron para llevar a cabo la mayor operación secreta de la historia. Joanne Herring (Julia Roberts), una de las mujeres más ricas de Texas y virulenta anticomunista, convenció al congresista Charlie Wilson (Tom Hanks) para ... [+]
9 de agosto de 2008
39 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Busca de modo tan desesperado ser pretendidamente sarcástica, que al final termina por resultar obvia a niveles exasperantes. Y es que la cosa ya no está en que uno prefiera que los hechos reales se cuenten como lo que son, sin atender a recursos que sólo hacen que intentar aportar interés a una historia que se podrían ventilar en mucho menos, sino en comprender a santo de que viene un recurso así que tan bien emplean cineastas como Alexander Payne o Alex de la Iglesia y que Mike Nichols parece querer empuñar como respuesta ante su falta de garra por desgranar una historia que no es tan atrayente como a priori podría parecer, pero que incluso podría tener algún punto álgido que susodicho realizador no encuentra en ningún momento.

Contar con un plantel de actores como Hanks, al que se le da bastante bien su papel, o Hoffman, que está fantástico para variar, de poco sirve cuando los personajes son simples peleles que giran entorno a sus diálogos y decisiones y no dan un paso adelante para ofrecer algo más que no sea un medio ramplón para intentar congeniar con el espectador.
Que el 75 % de secuencias en las que aparece Julia Roberts debiesen ser eliminadas de raíz porque no aportan absolutamente nada más que relleno, es algo que también dice mucho sobre el film, y no bueno, precisamente.

Así que, finalmente, uno se limita a esperar entre gracia y gracia, entre bostezo y bostezo, que ocurra algo más de lo prometido, que se le ofrezca fuerza a la propuesta, inteligencia... todas ellas virtudes que el señor Nichols se encarga de dilapidar con, en un principio, largas y hastiantes conversas introductorias, y a continuación secuencias que quieren ser despampanantes (humorísticamente, se entiende), y sólo llegan a resultar cansinas y desquiciantes, aunque poco más se le podría pedir a un tipo que siempre ha vivido en base a buenas ideas, pero nunca ha demostrado grandes dotes para llevarlas con buen pulso a la pantalla.
Grandine
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