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Voto de Cinéfilo de mierda:
6
Comedia Una boda de lujo en un castillo francés del siglo XVIII se les va de las manos a sus responsables. El principal encargado es Max (Jean-Pierre Bacri) un organizador de bodas que en esta ocasión se enfrenta a una celebración de alto standing nada menos que en un castillo. Todo parece estár perfectamente orquestado para que el evento sea un éxito: camareros, orquesta, menú, DJ y decoración floral, pero a cada momento surgen tropiezos que ... [+]
20 de enero de 2018
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante la nueva comedia de los creadores de “Intocable”, aquella película sobre discapacidad que no he tenido el gusto de ver. En esta ocasión firman la historia de Max, un organizador de eventos que se enfrenta a una boda muy exigente. La trama nos introduce de lleno en un servicio que se irá desarrollando a lo largo del metraje, como una especie de aventura en tiempo -casi- real. Tanto su excelente escenario (un castillo francés del siglo XVIII) como su planteamiento cuentan con un aire clásico embriagador, con ciertos toques griegos, que no cuesta imaginar representado de forma teatral. Gracias a la familiaridad y a la sencillez del enfoque es muy sencillo dejarse llevar por el guion, aunque sus creadores sepan aportarle las peculiaridades del séptimo arte y reforzar las sensaciones de esta aventura.

Por un motivo o por otro, un servidor conoce el mundo de la hostelería y ha vivido numerosas veces lo que esta cinta plantea. Me ha sorprendido ver que la obra recrea con mucho acierto el ambiente en los entresijos de estas celebraciones, transmitiendo a la perfección el frenetismo, el agobio, la coordinación -o la falta de ella- y la falsa serenidad que se muestra a los asistentes. Los personajes actúan como caricaturas lo suficientemente trabajadas como para resultar genéricos al mismo tiempo que creíbles, y aunque algunos han sido inexplicablemente ninguneados, se nota que todos han sido tratados con esmero y cuidado, formando un plantel carismático y excelentemente compensado. En cuanto a la interpretación, prefiero no mojarme: no tuve más remedio que ver esta película doblada. Y no está muy bien doblada… A priori me parecieron actuaciones muy sólidas, destacando a un enternecedor Jean-Pierre Bacri en el papel protagonista. Quizá el mayor problema se encuentre en unos personajes que, pese a tener varios conflictos, apenas muestran una evolución que aporte significado y sentido a la obra. No llegan a ser planos, pero sí parece haberse descuidado su trasfondo y servir únicamente de acompañantes de Max, el personaje principal.

A nivel técnico, “C’est la vie” cumple con creces y nos regala algunos ambientes muy bien trabajados. Se permite incluso estampas que buscan cierta transcendencia pero que, al no repercutir demasiado a los arcos de los personajes, no llegan a la carga sentimental que buscan.

En cuestión de sensaciones, la película es una de aquellas que persigue un halo de buenrrollismo y que, tras su visionado, nos volvamos mejores personas porque la vida es especial. No desentona ni molesta, pero empiezo a estar cansado de propuestas similares y me preocupa el estado de la sociedad si continúan funcionando este tipo de propuestas. Si nos atenemos al género, “C’est la vie” no pretende arrancarnos carcajadas ni sorprendernos con un sutil humor francés. Es ese aspecto, es un acierto que el tono resulta cómico sin resultar estridente; fundamentando su humor en pequeños toquecitos simpáticos que, al mismo tiempo, ayudan a aligerar el visionado. Hay un par de “chistes” un poco burdos en su ejecución, pero son momentos muy concretos que no estropean el conjunto.

Pero lo que menos me ha gustado, sin lugar a dudas, es su referente. La película no esconde que siempre se tuvo presente a la fantástica “Birdman”, de Iñárritu, y recurre a elementos tan obvios como su banda sonora, compuesta principalmente por una batería caótica que resalta lo esperpéntico del momento. Tanto el estreno de una obra de teatro como los interiores de un servicio de bodas son muy aptos para este tratamiento, pero lamento que “C’est la vie” se haya quedado a medio camino en una cosa: el plano secuencia. Me habría gustado muchísimo que sus creadores hubieran imitado esa virguería técnica; y por cómo está construido el guion y por ciertos planos en mano que parecen desear seguir su recorrido, e incluso por ciertos detalles comunes en los protagonistas o por los momentos de trascendencia antes mencionados, me da en la nariz que esa era la idea en un primer momento. Y es una verdadera pena, porque una “Birdman” de humor francés sobre un servicio de bodas es un sueño difícil de olvidar.
Cinéfilo de mierda
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