Si confías, malo, si no, mucho peor.
Quiere ser tierna y sarcástica y encantadora y costumbrista y simpática y divertida y... nada, está muy mal hecha, como sin acabar, amateurizada, en crudo, plato frío, vaciado, tiritando, desangelado, mostrenco, moribundo, mortecino.
Realmente no tiene mucho en concreto criticable, pero le falta todo, vida, alma, fuste, talento, ese no sé qué que te quedas balbuciendo y también lo de más allá y de lo otro, de todo un poco y del poco, todo entero, aquello que convierte una película o lo que sea en algo más que en unos actores repitiendo malamente los pobres un flojo texto, calvatrueno.
Te da la sensación de que la última hora completa nada aporta, al basurero con ella, que llega cansada sin ganas a un final de compromiso que no viene a cuento, a cumplir el expediente, que te da igual ya todo, acabáramos, llévame pronto.
Le falta mala leche, pan y huevos, y le sobra tontería, pereza, desaguisado, pero bueno, ya pasó, ya está hecho, ya no tiene remedio, de nada sirve quejarse al maestro armero.