Media votos
4,2
Votos
2.767
Críticas
2.766
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Ferdydurke:
5
6,4
10.961
Thriller. Drama. Intriga
Narra los acontecimientos que siguieron a la publicación por parte del diario 'The Guardian' de los documentos clasificados que aportó el joven analista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edward Snowden sobre el programa secreto de vigilancia mundial de la Agencia en el 2013, unos documentos que revelaban que espiaban a miles de millones de personas de todo el planeta... Film Basado en el libro "The Snowden files. The inside ... [+]
21 de octubre de 2016
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sacas de una duda. Claro que sí. Nos tienen vigilados y controlados. Como a reptiles en terrario. Grabados y fichados. Sin posibilidad de escape. Qué miedo. Qué emoción.
Y yo que creía, pobre inocente, que mi vida era insignificante, anodina, intercambiable y prescindible, que a duras penas lograba que alguien, algún bendito o pobre despistado, me prestara un mínimo de atención o se dignara siquiera a mirarme o darme los buenos días, y se ve que no, es lo que tiene vivir en la más grande la ignorancia, ahora me entero de que soy de interés nacional (o internacional, todos súbditos del mismo imperio), valiosísimo, indispensable, información encriptada, asunto de alta seguridad, los mejores cerebros de nuestra generación no se pierden ni una de mis apasionantes actividades diarias, sometidas a un minucioso escrutinio crítico, turnos de ocho horas de puñados de intelectuales superdotados dedicados exclusivamente a mis quehaceres y ocupaciones más entretenidas, a analizar mis vertiginosas andanzas, mis desnudos más libidinosos (ay, prefiero no pensar en la terrible posibilidad de que mi cuerpo pecador cebe los sueños eróticos de algún/a espía de tan buen gusto), mis entuertos, remiendos y más atroces fechorías. No quiero ni imaginar lo que deben ser esos debates semanales en los que, reunida toda la plana mayor del estado norteamericano, desmenuzan entre todos mis abundantes correrías y minucias, especialmente mis escritos preciosos analizados con todo lujo de detalles por filólogos y catedráticos de literartura, desde Harold Bloom a Philip Roth atentos, al dedillo, desde todo punto de vista y condición, lo mismo la rica sintaxis que el infinito vocabulario o las ingentes alusiones culturales a todas las épocas y bibliotecas. Expertos de todas las áreas del conocimiento, nutricionistas, alabarderos, físicos, filósofos, sofistas, astrólogos, en fin, la gama completa, lo mejor de cada casa, arracimados en torno a mi bella persona, elaborando informes sin descanso, evaluando mi potencial peligroso, mis comunicaciones, mensajes y amores, el torbellino irrefrenable y abrumador de mi fugaz existir. Qué delirio y cuánta algarabía. Casi que me emociono y me hincho. Más bien me corro. Mi ego se expande y alborota. Ya no hay quien me pare. Cuidado conmigo.
Y, aunque muy especial y sin par, es cierto, no soy solo yo, sois todos vosotros también, seguro que os pasa igual y algo raro notáis; esa mirada torva en el metro, ese tipo extraño que os saluda sin ningún conocido o venir a cuento, ese móvil que os apunta, pues sí, señales del mismo mal agazapado y siniestro, de la bestia, tenéis mil ojos sobre vuestro puto cogote, la CIA en la sopa, la TIA en la almohada, el FBI dentro de vuestra ropa interior, el teléfono intervenido, el correo leído, el detective Marlowe a la espera escondido, un ejército de husmeadores tras vuestras bolsas de basuras, deposiciones, inquisiciones o exclamaciones.
Un sin vivir y una agonía al morir. Como para no salir de casa, vivir desenchufado, bajar las persianas, untarte de miel y forrarte con cinta aislante. Ya me veo como Gene Hackman en "La conversación", alerta mucho spoiler, desmembrando mi lujosa mansión, poniéndola patas arriba a la búsqueda desesperada de micrófonos, cámaras y demás cachivaches cotillas. Qué deleite y perdición. Qué decadencia y descojonación. Oh, mi amor.
Y ahora vamos con el Stone, el pobre, tan majo, también merece un ratito, toda nuestra atención, y su película denunciante. Mientras la ves, gozas, es fácil y fluida, te da todo masticado y diluido, no te ofrece resistencias ni fricciones o peladuras. Hasta que te das cuenta de que dice lo que ya sabía hasta el esquimal ermitaño que lleva meditando, coma místico, en su iglú desde el final de la segunda guerra mundial y que en verdad solo, y no es poco, es una película de aventuras, tan bien hecha como plana, sin personajes interesantes (tienen la complejidad psicológica de una polilla autista), pero con una buena historia, obvia y muy previsible, pero la mar de bonica.
Que la tecnología acarrea mayor posibilidad de control es una evidencia palmaria, de guardería. Que los USA está lleno de felones y sinvergüenzas que mienten a su gente descaradamente, y a todo Dios de paso, y que cometen tropelías y asesinatos sin cuento en nombre de valores que se pasan por el forro de sus partes, también, otra simpleza evidente.
¿Y del chaval santificado qué decimos? Podría ser muy interesante, pero nada nos cuentan. Es tábula rasa. No sabemos ni de dónde viene, por qué actúa de tal o cual manera o cuáles son sus pliegues o dudas, nada, tres o cuatro bondades básicas y a correr. Es el Macguffin necesario para crear la intriga, es la inocencia imposible, la ignorancia increíble, un ser invisible, sin alma y apenas cuerpo, un ectoplasma u holograma, sin psicología, ideología o cosa semejante, algún tópico buenista, puramente formulario, para disimular y ya está, a espiar. Lo dicho, queda reducido a una excusa, la que permite/provoca el discurrir de la historia y la pequeña tensión posterior. Lo mismo que pasa con la chica y su relación, tan típica y consabida que se podría intercambiar por la de cualquier policía y su santa parienta de millones de películas detectivescas y/o criminales policiales. Le apoya y se queja de su gran soledad. Le quiere y se irrita y se cansa y... Mejor no seguir con el aburrido reguero de clichés.
Y yo que creía, pobre inocente, que mi vida era insignificante, anodina, intercambiable y prescindible, que a duras penas lograba que alguien, algún bendito o pobre despistado, me prestara un mínimo de atención o se dignara siquiera a mirarme o darme los buenos días, y se ve que no, es lo que tiene vivir en la más grande la ignorancia, ahora me entero de que soy de interés nacional (o internacional, todos súbditos del mismo imperio), valiosísimo, indispensable, información encriptada, asunto de alta seguridad, los mejores cerebros de nuestra generación no se pierden ni una de mis apasionantes actividades diarias, sometidas a un minucioso escrutinio crítico, turnos de ocho horas de puñados de intelectuales superdotados dedicados exclusivamente a mis quehaceres y ocupaciones más entretenidas, a analizar mis vertiginosas andanzas, mis desnudos más libidinosos (ay, prefiero no pensar en la terrible posibilidad de que mi cuerpo pecador cebe los sueños eróticos de algún/a espía de tan buen gusto), mis entuertos, remiendos y más atroces fechorías. No quiero ni imaginar lo que deben ser esos debates semanales en los que, reunida toda la plana mayor del estado norteamericano, desmenuzan entre todos mis abundantes correrías y minucias, especialmente mis escritos preciosos analizados con todo lujo de detalles por filólogos y catedráticos de literartura, desde Harold Bloom a Philip Roth atentos, al dedillo, desde todo punto de vista y condición, lo mismo la rica sintaxis que el infinito vocabulario o las ingentes alusiones culturales a todas las épocas y bibliotecas. Expertos de todas las áreas del conocimiento, nutricionistas, alabarderos, físicos, filósofos, sofistas, astrólogos, en fin, la gama completa, lo mejor de cada casa, arracimados en torno a mi bella persona, elaborando informes sin descanso, evaluando mi potencial peligroso, mis comunicaciones, mensajes y amores, el torbellino irrefrenable y abrumador de mi fugaz existir. Qué delirio y cuánta algarabía. Casi que me emociono y me hincho. Más bien me corro. Mi ego se expande y alborota. Ya no hay quien me pare. Cuidado conmigo.
Y, aunque muy especial y sin par, es cierto, no soy solo yo, sois todos vosotros también, seguro que os pasa igual y algo raro notáis; esa mirada torva en el metro, ese tipo extraño que os saluda sin ningún conocido o venir a cuento, ese móvil que os apunta, pues sí, señales del mismo mal agazapado y siniestro, de la bestia, tenéis mil ojos sobre vuestro puto cogote, la CIA en la sopa, la TIA en la almohada, el FBI dentro de vuestra ropa interior, el teléfono intervenido, el correo leído, el detective Marlowe a la espera escondido, un ejército de husmeadores tras vuestras bolsas de basuras, deposiciones, inquisiciones o exclamaciones.
Un sin vivir y una agonía al morir. Como para no salir de casa, vivir desenchufado, bajar las persianas, untarte de miel y forrarte con cinta aislante. Ya me veo como Gene Hackman en "La conversación", alerta mucho spoiler, desmembrando mi lujosa mansión, poniéndola patas arriba a la búsqueda desesperada de micrófonos, cámaras y demás cachivaches cotillas. Qué deleite y perdición. Qué decadencia y descojonación. Oh, mi amor.
Y ahora vamos con el Stone, el pobre, tan majo, también merece un ratito, toda nuestra atención, y su película denunciante. Mientras la ves, gozas, es fácil y fluida, te da todo masticado y diluido, no te ofrece resistencias ni fricciones o peladuras. Hasta que te das cuenta de que dice lo que ya sabía hasta el esquimal ermitaño que lleva meditando, coma místico, en su iglú desde el final de la segunda guerra mundial y que en verdad solo, y no es poco, es una película de aventuras, tan bien hecha como plana, sin personajes interesantes (tienen la complejidad psicológica de una polilla autista), pero con una buena historia, obvia y muy previsible, pero la mar de bonica.
Que la tecnología acarrea mayor posibilidad de control es una evidencia palmaria, de guardería. Que los USA está lleno de felones y sinvergüenzas que mienten a su gente descaradamente, y a todo Dios de paso, y que cometen tropelías y asesinatos sin cuento en nombre de valores que se pasan por el forro de sus partes, también, otra simpleza evidente.
¿Y del chaval santificado qué decimos? Podría ser muy interesante, pero nada nos cuentan. Es tábula rasa. No sabemos ni de dónde viene, por qué actúa de tal o cual manera o cuáles son sus pliegues o dudas, nada, tres o cuatro bondades básicas y a correr. Es el Macguffin necesario para crear la intriga, es la inocencia imposible, la ignorancia increíble, un ser invisible, sin alma y apenas cuerpo, un ectoplasma u holograma, sin psicología, ideología o cosa semejante, algún tópico buenista, puramente formulario, para disimular y ya está, a espiar. Lo dicho, queda reducido a una excusa, la que permite/provoca el discurrir de la historia y la pequeña tensión posterior. Lo mismo que pasa con la chica y su relación, tan típica y consabida que se podría intercambiar por la de cualquier policía y su santa parienta de millones de películas detectivescas y/o criminales policiales. Le apoya y se queja de su gran soledad. Le quiere y se irrita y se cansa y... Mejor no seguir con el aburrido reguero de clichés.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Pues eso. Que tras su solemnidad de chichinabo y su tono grandilocuente de aparente valentía acusadora, no hay más que una historia sencilla, bien narrada y tan inofensiva como comerse un mazapán caducado, pellizco de monja, caricia de bebé o beso de abuela; pecado venial y perdonable, como mucho da para pagar una multa de un dólar por mal comportamiento y acabar, para compensar, votando a los buenos, para variar, de una puta vez, a los demócratas (a pesar de la pequeña decepción que se lleva el majo mozalbete) por primera vez (el zascandil, qué pena, parecía republicano al principio, nadie es perfecto), al santo negro Obama primero y a la santa feminista Clinton después, nunca, por supuesto, líbrenos dios de semejante pecado nefando, vade retro, al bufón gañán de Trump, faltaría más, ese horror.
La conocida, qué grandiosa ironía, residencia rusa como destino final del héroe impoluto y virginal no se le podría ocurrir ni al guionista más satírico y esperpéntico. Así es, qué mejor colofón que la madre Rusia. De Málaga a Malagón. Del país de las libertades y la democracia sin par al de la igualdad del género humano con todos los parias de la tierra incluidos de un solo tiro. No, si al final va a resultar un caluroso humorista el Snowden este, un cachondo a pesar de su apariencia de pescado frío incomible. Seguro que con el Putin de tutor benévolo e imparcial, acurrucado en sus brazos amoroso maternales, se dedica a salvar, programa informático mediante, focas y delfines en peligro de extinción.
Por último yo os digo, camaradas de pluma cinéfila o simples ávidos lectores de mi prosa hermosa, que si por un casual me ausentara de este sagrado lugar, mucho me temo que no, esa breva no caerá, no imaginéis nada malo ni tampoco bueno, seguramente haya huido a... China, por qué no, otro país ejemplar y muy informatizado. No me quedaría más remedio tras haber denunciado por activa y por pasiva en mis fecundos escritos a todos los poderes del mundo civilizado, a las fuerzas vivas del planeta entero. La libertad y la altura de miras siempre se acaban pagando caras. Soy demasiado antisistema, antiuniverso añadiría, como para que me permitan, siempre persiguen a los mejores, seguir horadando el contubernio judeo masónico horrísono abismal de los cínicos mandamases que nos gobiernan y ven, ellos o sus esclavos, desde sus casas o trabajos a través de sus aparatos de la más alta tecnología mientras nosotros sin hacer daño a nadie ni encomendarnos a ni a dios ni al diablo nos la estamos feliz y tranquilamente pelando.
P.D.: Nos acaban rematando, como al toro con el descabello (perdón por la imagen sangrienta), con la noticia feliz de que en los USA, tras este escandalazo de padre y muy señor mío que removió ferozmente los cimientos más santos de su nación, han decidido que lo del espiar ya se va a acabar, ilegal, prohibidísimo y penadísimo desde ahora mismo, sin perder ni un segundo. Qué paz y cuánta gloria nos dejan con esta maravillosa y justa decisión. Se acabó la preocupación. A dormir sin parar, a la pata la llana y de par en par. Lo juro. Por Satanás yo brindo con aguarrás.
La conocida, qué grandiosa ironía, residencia rusa como destino final del héroe impoluto y virginal no se le podría ocurrir ni al guionista más satírico y esperpéntico. Así es, qué mejor colofón que la madre Rusia. De Málaga a Malagón. Del país de las libertades y la democracia sin par al de la igualdad del género humano con todos los parias de la tierra incluidos de un solo tiro. No, si al final va a resultar un caluroso humorista el Snowden este, un cachondo a pesar de su apariencia de pescado frío incomible. Seguro que con el Putin de tutor benévolo e imparcial, acurrucado en sus brazos amoroso maternales, se dedica a salvar, programa informático mediante, focas y delfines en peligro de extinción.
Por último yo os digo, camaradas de pluma cinéfila o simples ávidos lectores de mi prosa hermosa, que si por un casual me ausentara de este sagrado lugar, mucho me temo que no, esa breva no caerá, no imaginéis nada malo ni tampoco bueno, seguramente haya huido a... China, por qué no, otro país ejemplar y muy informatizado. No me quedaría más remedio tras haber denunciado por activa y por pasiva en mis fecundos escritos a todos los poderes del mundo civilizado, a las fuerzas vivas del planeta entero. La libertad y la altura de miras siempre se acaban pagando caras. Soy demasiado antisistema, antiuniverso añadiría, como para que me permitan, siempre persiguen a los mejores, seguir horadando el contubernio judeo masónico horrísono abismal de los cínicos mandamases que nos gobiernan y ven, ellos o sus esclavos, desde sus casas o trabajos a través de sus aparatos de la más alta tecnología mientras nosotros sin hacer daño a nadie ni encomendarnos a ni a dios ni al diablo nos la estamos feliz y tranquilamente pelando.
P.D.: Nos acaban rematando, como al toro con el descabello (perdón por la imagen sangrienta), con la noticia feliz de que en los USA, tras este escandalazo de padre y muy señor mío que removió ferozmente los cimientos más santos de su nación, han decidido que lo del espiar ya se va a acabar, ilegal, prohibidísimo y penadísimo desde ahora mismo, sin perder ni un segundo. Qué paz y cuánta gloria nos dejan con esta maravillosa y justa decisión. Se acabó la preocupación. A dormir sin parar, a la pata la llana y de par en par. Lo juro. Por Satanás yo brindo con aguarrás.