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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
5
Western. Romance James McKay (Peck), un capitán de navío retirado, viaja desde el Este a las vastas llanuras de Texas para casarse con Pat Terrill (Baker), la hija de un rico ganadero. El choque entre McKay, hombre pacífico, culto y educado, y los violentos y toscos rancheros es inevitable. No sólo tendrá que enfrentarse con el capataz Steve Leech (Heston), sino que incluso su novia se sentirá decepcionada por su comportamiento. Mientras tanto, el padre ... [+]
28 de setiembre de 2021
4 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Océanos de fuego (Hidalgo). El hidalgo de los mares. Vagabundo y caballero. Un dandi no muy de Baudelaire o vaya a usted a saber. Promesas del este. Viento del Este, viento del Oeste.
¿Qué pasa con los mexicanos, las proclamas, manifiestos, revueltas dónde las aparcamos, de repente de todo nos olvidamos, la ley del silencio, ahora no toca, no nos quejamos, como putas nos callamos, a otra cosa mariposa, pasamos, miramos para otro lado, nada en este caso reivindicamos, hay víctimas de tercera, lucha de clases hasta en la afrenta, en los óscar nadie habla, y las cuotas/cuitas dónde quedaron, el tratamiento que aquí se les da de siervos o esclavos muy poco disimulados nos parece correcto si los que mandan no nos señalan que por ellos lloremos, nosotros solo obedecemos, somos plañideras nada más que cuando nos lo ordenan, un papel acantinflado, cómico siniestro, inocente como un animalejo, esa mirada sobre él (el gran Alfonso Bedoya que en esta película echó el resto, fue su testamento o epitafio, el adiós muchachos que yo ya os dejo, me largo, ya nos veremos si eso, aquí exhaló su último y cinematográfico suspiro) tan condescendiente y bobalicona, granujienta y piadosa, picaruela y sórdida, simpática y aterradora, compasiva y tontorrona, como si fuera casi una penosa mascota?
Es un Jesucristo, solo le falta la sotana y la biblia, también la luenga barba, que se ha ido de misiones al Oeste a evangelizar almas descarriadas, a los salvajes concretamente, paganos y miserables, si no de qué, o qué iba a estar haciendo allí este atildado y pulcro señoritingo de rancio abolengo entre tanto patán y gañán, primates y borregos, bastantes orangutanes, mucho destripaterrones y zopenco, un hombre con tanta clase y dinero perdiendo así a lo tonto tanto tiempo, sí, claro, y yo me lo creo, cuando podría estar salvando el mundo en cualquier otra mejor parte, surcando los mares, leyendo las confesiones de San Agustín o a Boecio, por ejemplo, lo dicho, a sembrar la palabra de Dios que allí se fue, de ahí su orgullo luciferino, pasivo agresivo, ni una mala palabra ni una buena acción, todo por detrás, a la chita callando, de tapadillo o contrabando, como traficando con tabaco malo, a escondidas, a la anochecida, sin querer pisar mucho la dudosa luz del día, que nadie me vea que me avergüenza, salvo el mexicano que es nadie, que no se enteren, que no lo pregonen estos cabrones, desprecia tanto a toda la gente, la considera tan baja y de poca categoría comparados con él, con sus horizontes de grandeza, no están ni mucho menos a su olímpica altura, tan vil y grotesca, poca cosa, ¿yerra o acierta?, que les hurta/niega en redondo toda la información básica o más esencial sobre su excelentísima persona, cree que no la merecen, que se la tienen que ganar, que es un premio al buen comportamiento, como presos de su reino o niños en el recreo, que tienen que superar las pruebas del samurai para acceder a su sancta sanctorum, a su recóndito e inhóspito secreto, el monte y Mahoma, que no son, como él mismo bien dice, dignos de su amor, de su respeto y atención, que solo los elegidos más selectos tendrán cabida en la fortaleza de su soledad, las murallas de su alma sí pasarán, podrán nombrar si acaso su misterio, su arte para iniciados, la gruta del averno o el ascenso a los cielos, todo lo mismo, pero se tendrán duramente que aplicar, con su mirada sabia y escrutadora los examinará y ya si eso discernirá, el polvo de la paja de un plumazo separará.
Eso, diabólico, perverso, satánico, sádico, malévolo, colmillo retorcido, espíritu como un ovillo, hipócrita, fariseo. De tan repulsiva y asquerosamente bueno, el peor con mucho de entre todos, un esputo o absceso, baboso y bulboso, un asco todo.
Lo mejor de estas películas tan clásicas es que te dan unas ganas locas de huir de tu exitosa realidad, sacristía lóbrega o vomitona furibunda ahíta de placeres, fiestas y satrapías, cuarto oscuro o trastienda abyecta repleta de regalías, exequias y alegrías, para irte a vivir allí ya que en su mundo también te puedes tirar doce horas seguidas pegándote de hostias con los más garrulos o fuertotes, hablemos un poco de paso de Heston, ese hombre, el macho, el último de su especie, como el lince, ya no se hacen, ahora son cuarto y mitad de un trozo, solo trescientos gramos, nada más me llevo, se queda usted con el resto, no me da el presupuesto, esto es como el estraperlo, y al día siguiente amanecerás sin un rasguño, la cara como el culito de un bebé, como si te hubieran puesto botox del más bueno y económico, el pelo en su sitio y el ánimo por las nubes, un chute de sana adrenalina, el peligro es el mejor estimulante, te afila el hocico.
Puedes jugarte la vida un millón de veces y poner a prueba tu suerte o moral de hierro, fanática, kamikaze, que dará igual porque sabes a ciencia cierta, empíricamente demostrado, que eres inmortal, condición necesaria de toda ética digna de tal nombre, de lo contrario, sin tal indispensable e innegociable premisa, es truco o estafa, agua de borrajas, puedo prometer y prometo, vaho, niebla, humo, nada, que nunca morirás, jamás, y si no, demuéstramelo, o falséamelo mejor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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