Apabullante maravilla. Insultante, ofensivo talento.
Película orgásmica y orgiástica. Una ópera hardcore y un bellísimo poema audiovisual. Nacida para el ditirambo y el asombro. Con vocación de eternidad.
Te convierte en un trozo de materia gozosa, en carne viva de placer extático; un disfrute compulsivo, abrasivo, denodado, ávido.
Te pone a prueba, te enfrenta a tus límites. Llegados a un punto, te hace una pregunta, la pregunta: ¿lo puedes soportar, tanta hermosura barroca y amor por el exceso; una celebración tan lujuriosa y tremebunda de la vida y el arte? ¿Tienes alma fuerte y espíritu infantil o eres de los exquisitos y famélicos sesudos? Si dices sí, si eres capaz de atravesar el Rubicón y experimentar el desarreglo de todos los sentidos, ya nada será igual.
La historia es hueca, nada, chico (chica, ellas mandan, son la esperanza redentora, luz en la oscuridad) conoce chico (héroe solitario, romántico, agónico) y salvan el mundo. En los huesos narrativos, y gracias. Menos es más en estos casos aventureros; la perfección absoluta requiere diálogos escuálidos, esenciales, sentenciosos, esculpidos en oro, en arena, aforismos ciegos, cero, no es información, son vida, pura supervivencia, instinto masticado.
Es el Viaje. Es Homérica. La Ilíada y el Rapto de las Sabinas. Helena de Troya y Antígona. La Mujer de Lot en Sodoma. Grecia, la Conquista del Oeste y el Apocalipsis. Caravana de mujeres y la Guerra de los Mundos. La diligencia y los autos locos. Blade Runner y Lawrence de Arabia. La guerra del agua y la lucha por el petróleo. Tribus nómadas del desierto contemplando el incendio de los pozos de Kuwait. Wagner y Jimi Hendrix. Mitología y barbarie. Amazonas y Mercenarios. Vikingos, Valquirias y el Paraíso.Todos los tiempos y las culturas, la Historia, desde el primer hombre, concentrada y expandida en ciento veinte minutos, adensada e iluminada por una misma visión incandescente.
De todos los Dioses a ninguno. Del agua a la gasolina. De la Tragedia al Western, pasando por el cómic y el ciberpunk. Mitad sangre mitad ácido.
Ella es Odiseo y él es Penélope, o Telémaco quizás, o al revés, qué más da. Ella es la ley, la verdad; heroína melancólica, manca, derrotada pero erguida. Él no cree, pero lucha, y sigue.
Y las ninfas, diosas de belleza en medio de la masacre y la cochambre, reproductoras.
Y el chico, el niño grande, el kamikaze. Yo fui testigo... de cómo se enfrentó al mal, a Polifemos, tullidos y cíborgs, a saltimbanquis, pertiguistas y motoristas del infierno, yo presencié la historia más grande jamás contada, la más abrumadora y gloriosa.