(No Capitán) Conan y Espartaco, peleador y decatleta se debate entre el amor y la guerra, zarzuela, entre la morena, mala puta (buena de veras), no es insulto, al contrario, y la rubia, inocente santa más pochola que todas las cosas todavía que la otra, pero sosa pánfila como ella sola, entre Brigitte Bardot y Liz Taylor, dos mujeres y un destino, abrevadero, a la par que resuelve los más complejos e intrincados problemas geopolítico estratégicos militares de un plumazo, sea, cojones, cerebro y corazón, tres en uno, qué, por cierto, mal actor, atroz, horror, igual que el resto poco más o menos, y qué cartón piedra todo, muermo, aburrimiento extremo, péplum a dolor bastardo barato lastrado no tan finalmente (sea, yo) malo para ser tan espantosamente tedioso.
Intrigas palaciegas de tebeo, enamoramientos ipso facto, aventuras de medio pelo, batallas de risa y recreación histórica mitológica de chichinabo, el pack completo.
Le falta una pizca de locura y todo lo demás, alma, sangre, garbo, empuje, garra, solera, atrevimiento, discernimiento.
Como Historia, nada, como cuento, cero patatero, como legado leyenda, tampoco, como cine, flojo o flojísimo, qué nos queda, siesta, a falta de otra cosa, ella al final mojadita entera, de cuerpo entero y verdadero, no es un efecto, él, para los que les guste el pescado frío hinchado anabolizado, y la otra, la pérfida, pobrecita mía, repta que te repta con su flecha a cuestas, el maloso también es un asco y el padre una piltrafa o pena o ruina o costra, somos nada.
300 (y la madre, que los parió).