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Voto de Ferdydurke:
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Romance. Drama
Durante unas vacaciones estivales, Felicia y Charles tienen un apasionado romance, pero debido a una confusión de direcciones pierden el contacto. Cinco años después, en Navidad, Felicia vive en París con su madre y con su hija nacida nueve meses después de aquel verano. En su vida sentimental, Felicia duda entre Maxence, un peluquero, y Loic, un joven librero intelectual, pero es incapaz de comprometerse con ninguno de ellos porque no ... [+]
28 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con sutileza, (buen) humor y dulzura (de cierta amargura) juega con las relaciones de pareja, viva la civilización francesa.
Un sol ante el que giran tres hombres, uno de ellos ausente tal vez imaginario, una la gran ilusión.
Una pedorra que les toma el pelo, juega al ratón y al gato, torea, o una soñadora, idealista, fiel solo a sí misma, muy suya, fanática de su esencia propia, y a un amor primigenio, el más puro, único o verdadero.
El peluquero y el bibliotecario, ambos, son encantadores, razonables, juiciosos, educados, comprensivos, la tratan como a una reina, la llevan, la traen, la invitan, la escuchan, pero a ella no le vale o importa mucho, el mundo nunca es suficiente, espera, como Penélope, al otro, el eterno retorno.
Por medio deambulan, presentan armas, los sospechosos habituales, Platón, Pascal, Shakespeare, no podían faltar a la fiesta de la insignificancia, de la reminiscencia, de la aparecida o vuelta a la vida, el holandés errante y la apuesta suprema, la del amor (hetero en este caso nadie es perfecto), gran inversión en la bolsa (o la vida) de valores, rendimiento máximo e imposible.
Inquieta, inteligente, fácil, agradable de ver, no cansa, atora o agota pese, o justo por ello, a tanta palabra prieta, vuelta y revuelta, vamos que nos vamos, explicación, más o menos, peregrina, elevada, cansina, ligera, simpática, amiga.
Un sol ante el que giran tres hombres, uno de ellos ausente tal vez imaginario, una la gran ilusión.
Una pedorra que les toma el pelo, juega al ratón y al gato, torea, o una soñadora, idealista, fiel solo a sí misma, muy suya, fanática de su esencia propia, y a un amor primigenio, el más puro, único o verdadero.
El peluquero y el bibliotecario, ambos, son encantadores, razonables, juiciosos, educados, comprensivos, la tratan como a una reina, la llevan, la traen, la invitan, la escuchan, pero a ella no le vale o importa mucho, el mundo nunca es suficiente, espera, como Penélope, al otro, el eterno retorno.
Por medio deambulan, presentan armas, los sospechosos habituales, Platón, Pascal, Shakespeare, no podían faltar a la fiesta de la insignificancia, de la reminiscencia, de la aparecida o vuelta a la vida, el holandés errante y la apuesta suprema, la del amor (hetero en este caso nadie es perfecto), gran inversión en la bolsa (o la vida) de valores, rendimiento máximo e imposible.
Inquieta, inteligente, fácil, agradable de ver, no cansa, atora o agota pese, o justo por ello, a tanta palabra prieta, vuelta y revuelta, vamos que nos vamos, explicación, más o menos, peregrina, elevada, cansina, ligera, simpática, amiga.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Amazig happens. El regreso de Martin Guerre. Rip van Winkle. El conde de Montecristo.
Y comieron perdices.
O no.
Tal vez ella coja las maletas y se vaya pitando con el reaparecido a la Bretaña francesa, lugar donde tiene, es reincidente, una nueva iluminación que le obliga o aconseja volver a París, o no, quizás vaya otra vez a ver al peluquero, o sí, o con el bibliotecario de nuevo y tiro porque me toca, el juego de la oca, del coro al caño y del caño al coro, eso, eco, de espejos lleno, rebota como una pelota que el tablero golpea y escupe o despide, rechaza, martirologio, de la Bernarda el coño, ni contigo ni sin ti tienen mis males ningún posible remedio, prueba, error, malentendido, ensayo, general, bizantina, novela, la ambigüedad y la indeterminación se enseñorean, toman asiento, tienen siempre la última o definitiva palabra, nada es seguro, ni siquiera el amor eterno, preterido, el renacido, que al volver o resucitar de entre los muertos pierde toda la posible gracia y muere de nada, ahíto y saciado, bendito, relleno, de ese modo, solo valía como hueco, como excusa, como cebo, para manejar a los otros, como escudo, efecto placebo, de magia del almendruco truco.
Aquí las referencias cultas tienen que ver, no están puestas al azar o por fardar, con los hechos que se narran, revive la madre como el marinero cocinero debido a la fuerza del amor de sus deudos o amante, el amor como ideal platónico puro y la apuesta pascaliana por ese amor a la par que la predestinación religiosa (almas gemelas, media naranja), destinados a encontrarse.
Pero o porque... hay más cosas en el cielo que las que sospecha tu filosofía (les dice ella a ellos riendo, concentrada, muy seria).
Y comieron perdices.
O no.
Tal vez ella coja las maletas y se vaya pitando con el reaparecido a la Bretaña francesa, lugar donde tiene, es reincidente, una nueva iluminación que le obliga o aconseja volver a París, o no, quizás vaya otra vez a ver al peluquero, o sí, o con el bibliotecario de nuevo y tiro porque me toca, el juego de la oca, del coro al caño y del caño al coro, eso, eco, de espejos lleno, rebota como una pelota que el tablero golpea y escupe o despide, rechaza, martirologio, de la Bernarda el coño, ni contigo ni sin ti tienen mis males ningún posible remedio, prueba, error, malentendido, ensayo, general, bizantina, novela, la ambigüedad y la indeterminación se enseñorean, toman asiento, tienen siempre la última o definitiva palabra, nada es seguro, ni siquiera el amor eterno, preterido, el renacido, que al volver o resucitar de entre los muertos pierde toda la posible gracia y muere de nada, ahíto y saciado, bendito, relleno, de ese modo, solo valía como hueco, como excusa, como cebo, para manejar a los otros, como escudo, efecto placebo, de magia del almendruco truco.
Aquí las referencias cultas tienen que ver, no están puestas al azar o por fardar, con los hechos que se narran, revive la madre como el marinero cocinero debido a la fuerza del amor de sus deudos o amante, el amor como ideal platónico puro y la apuesta pascaliana por ese amor a la par que la predestinación religiosa (almas gemelas, media naranja), destinados a encontrarse.
Pero o porque... hay más cosas en el cielo que las que sospecha tu filosofía (les dice ella a ellos riendo, concentrada, muy seria).