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Voto de Ferdydurke:
2
15 de noviembre de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie me podrá negar, si es gente de bien, que un ejecutivo publicitario merece generosa ración de penas y descalabros, reguero bien regado de humillaciones y quebrantos, siempre serán pocos los golpes, escasos los dolores, su culpa seguirá indemne por mucho castigo que reciba, de tan grande y blanda y negra.
Por lo tanto, por ese lado, esta película me ganó de lleno, para los restos.
Además tenía o tiene a Maria Bello, esa mujer de apellido redundante y que no es primera fila de estrellas, pero siempre gusta y suelen darle además a sus personajes algún cariz algo así como medio esquinadamente erótico-perverso de buena-mala recatada en verdad aunque loba peligrosa en el fondo a veces cuando se olvida de ser tan pura y se deja ir y ya no, nada perdona.
Por otro lado, no hay descanso, todo se ve bien, estamos en Chicago, primer mundo, grandes casas, coches y trabajos. La familia es muy importante, los hijos, muy queridos, faltaría más, el sexo frecuente, qué decir que no sepáis y no hayamos visto todos antes tantas veces.
Pero claro, es un thriller, debe haber un maloso, sufrimiento acelerado, jirones y horrores, volantazos y afrentas, todos juntos han de tener su rato, su cuota de mercado.
Ya me centro: engendro pintón, con oficio y agradable, que da bastante la risa desde un principio, desde el mismo momento en que aparece, en mal día, no era necesario, para qué, el Brosnan como tuercebotas del mal, con su barba incipiente, así como sin querer, y su careto de atractivo maduro todavía no revenido. Pues eso, que sin psicópata de turno nos hubiera ido mucho mejor, más felices y cachondos que nos hubiésemos quedado. Pero aparece y venga a padecer y lamentar sin fin. El Butler haciendo el panoli, en plan pelele contemporáneo atizado con saña en su blanco culo de felón y la Bello desquiciada y alevosa.
No hace falta decir que todo es farfulla, tahúres, faroleo, trampa, añagaza, con pretensiones gran chapuza, nada te crees ni te importa una mierda, pero te sacan sus chistes y te dan vidilla, calorcito, cariño, una nueva lección de cómo los tópicos más mortecinos se pueden volver a mezclar con apenas diferencias respecto de millones de ocasiones otras y películas hermanas gemelas y tan clónicas ovejas. Y entre desguaces pírricos y averías anémicas propias de guionista mal pagado, con copiosas deudas a rastras y a cuestas, y traicionero llegamos a ese jocundo final... jaja...
Por lo tanto, por ese lado, esta película me ganó de lleno, para los restos.
Además tenía o tiene a Maria Bello, esa mujer de apellido redundante y que no es primera fila de estrellas, pero siempre gusta y suelen darle además a sus personajes algún cariz algo así como medio esquinadamente erótico-perverso de buena-mala recatada en verdad aunque loba peligrosa en el fondo a veces cuando se olvida de ser tan pura y se deja ir y ya no, nada perdona.
Por otro lado, no hay descanso, todo se ve bien, estamos en Chicago, primer mundo, grandes casas, coches y trabajos. La familia es muy importante, los hijos, muy queridos, faltaría más, el sexo frecuente, qué decir que no sepáis y no hayamos visto todos antes tantas veces.
Pero claro, es un thriller, debe haber un maloso, sufrimiento acelerado, jirones y horrores, volantazos y afrentas, todos juntos han de tener su rato, su cuota de mercado.
Ya me centro: engendro pintón, con oficio y agradable, que da bastante la risa desde un principio, desde el mismo momento en que aparece, en mal día, no era necesario, para qué, el Brosnan como tuercebotas del mal, con su barba incipiente, así como sin querer, y su careto de atractivo maduro todavía no revenido. Pues eso, que sin psicópata de turno nos hubiera ido mucho mejor, más felices y cachondos que nos hubiésemos quedado. Pero aparece y venga a padecer y lamentar sin fin. El Butler haciendo el panoli, en plan pelele contemporáneo atizado con saña en su blanco culo de felón y la Bello desquiciada y alevosa.
No hace falta decir que todo es farfulla, tahúres, faroleo, trampa, añagaza, con pretensiones gran chapuza, nada te crees ni te importa una mierda, pero te sacan sus chistes y te dan vidilla, calorcito, cariño, una nueva lección de cómo los tópicos más mortecinos se pueden volver a mezclar con apenas diferencias respecto de millones de ocasiones otras y películas hermanas gemelas y tan clónicas ovejas. Y entre desguaces pírricos y averías anémicas propias de guionista mal pagado, con copiosas deudas a rastras y a cuestas, y traicionero llegamos a ese jocundo final... jaja...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Tanto barullo y desafuero por unos tristes cuernos mal llevados para variar, sin ninguna categoría ni elegancia, como niño sin postre ni juguete, venga con el fuego de la jodida venganza que a nadie ya interesa.
Me lo estoy imaginando: al broncíneo Brosnan y a la bella Bello reunidos y tomando notas, tramando el plan, paso por paso, estrategia minuciosa y milimétrica, quimérica, peripatética, truco y táctica. Días afinando el recorrido, los lugares, las llamadas; horas de charlas y previsiones, quedando a deshoras, sin echar siquiera la siesta, para urdir, para prever y adelantarse, para que nada falle ni se olvide, que ningún pequeño detalle se abandone a la improvisación o quede arrumbado, al albur de los caprichosos acontecimientos. Cuánta fatiga y desvelo. Qué abnegación y demasiado sacrificio. Por qué elegisteis la hiel y no la miel vosotros también. Y mientras, el otro, y la otra, follando como conejos, tigres o leones, perros en celo, todo el zoológico de parranda y orgía mañana y noche, gozando a lo grande, sin descanso ni arrepentimiento, sin peros ni tachas, casi sin comer y poco respirar y nada de dormir, todo el santo día con el fornicio y la jodienda, en todas las posiciones y depravaciones, gastando los huesos y derramando los fluidos, como si sobraran, sin reparar en fuerzas o gastos ni buscar motivos, porque sí, porque podían y querían y la pasaban chupi y chévere, porque lo merecían y sus cuerpos atléticos y bien proporcionados, sanos y hermosos, como un lienzo en blanco, se lo pedían, y con ellos todos los instintos más atávicos detrás, las sangres y demás energías o elementos, todos unidos por un mismo fin o sino, conjurados con/en pos del mismo objetivo enloquecido, ciegos de furor y sin pudor, en revolución feliz y algarabía iluminada, se lo exigían. Moriremos como todos, ahora viviremos más y mejor que nadie, siempre, gritaban en silencio, bramaban calladamente sus cuerpos enroscados, indivisibles/indistinguibles, enmarañadas del pecado no tan nefando serpientes.
Qué mal está repartido el mundo y cómo pasan los minutos y la vida, con la marea, sin casi sentido.
Me lo estoy imaginando: al broncíneo Brosnan y a la bella Bello reunidos y tomando notas, tramando el plan, paso por paso, estrategia minuciosa y milimétrica, quimérica, peripatética, truco y táctica. Días afinando el recorrido, los lugares, las llamadas; horas de charlas y previsiones, quedando a deshoras, sin echar siquiera la siesta, para urdir, para prever y adelantarse, para que nada falle ni se olvide, que ningún pequeño detalle se abandone a la improvisación o quede arrumbado, al albur de los caprichosos acontecimientos. Cuánta fatiga y desvelo. Qué abnegación y demasiado sacrificio. Por qué elegisteis la hiel y no la miel vosotros también. Y mientras, el otro, y la otra, follando como conejos, tigres o leones, perros en celo, todo el zoológico de parranda y orgía mañana y noche, gozando a lo grande, sin descanso ni arrepentimiento, sin peros ni tachas, casi sin comer y poco respirar y nada de dormir, todo el santo día con el fornicio y la jodienda, en todas las posiciones y depravaciones, gastando los huesos y derramando los fluidos, como si sobraran, sin reparar en fuerzas o gastos ni buscar motivos, porque sí, porque podían y querían y la pasaban chupi y chévere, porque lo merecían y sus cuerpos atléticos y bien proporcionados, sanos y hermosos, como un lienzo en blanco, se lo pedían, y con ellos todos los instintos más atávicos detrás, las sangres y demás energías o elementos, todos unidos por un mismo fin o sino, conjurados con/en pos del mismo objetivo enloquecido, ciegos de furor y sin pudor, en revolución feliz y algarabía iluminada, se lo exigían. Moriremos como todos, ahora viviremos más y mejor que nadie, siempre, gritaban en silencio, bramaban calladamente sus cuerpos enroscados, indivisibles/indistinguibles, enmarañadas del pecado no tan nefando serpientes.
Qué mal está repartido el mundo y cómo pasan los minutos y la vida, con la marea, sin casi sentido.