Crudeza y sensibilidad para narrar la historia de una Cenicienta abandonada a su suerte por su madre y que vive con una hermana mala ("eres una mala", le dice en una frase genial; se plasma la diferencia entre la que ha asumido su destino en el pueblo, razón por la que se ha vuelto rencorosa, envidiosa, precozmente madura y escéptica, y la protagonista, mucho más infantil, soñadora y coqueta, que rechaza su "realidad" y se refugia en sus sueños, relacionados con la madre ausente y querida y añorada) como un demonio y con un padre borrachuzo, débil y abusador. Viven en un pueblo perdido de Perú, en las montañas, rodeados de bellos paisajes, de una naturaleza impresionante. Y la historia transcurre durante la Semana Santa.
Esta joven, adolescente virgen, aprovecha la llegada de un forastero ("el forastero", el extranjero, un arquetipo, casi un fantasma, con poco peso humano, más una idea que un personaje con psicología coherente; por cierto, el actor está mal, soso y desmadejado, demasiado perdido) para intentar escapar. Esa es la cosa, la fiesta religiosa (más bien pagana, ya que parece casi una continua parranda en la que se dedican a la celebración de los sentidos mientras "Dios está muerto y no los puede ver"; sería un ejemplo de sincretismo simpático, imaginativo, con suave humor) y las aventuras de la chica.
La mirada es delicada y poética; cuenta cosas tremendas sin caer en morbos, demagogias o paternalismos, no es maniquea ni simplista. Ayuda la preciosa fotografía, el lugar, el vestuario y, especialmente, las dos protagonistas, sobre todo Magaly, especial, bella.
Cojea en lo puramente narrativo; en el desarrollo del cuento un tanto confuso y por momentos absurdo; en la trama chata y alicaída. Digamos que está más ajustada la parte "antropológica", la observación minuciosa de un pueblo, sus gentes y sus costumbres (aunque esté filtrada por la recreación irónica y la crítica de la autora), y destaca en la parte visual, puramente contemplativa, en las escenas de Magaly sola o con su hermana.
En resumen, interesante y curiosa, pero a medio cocer.