Hermosa película.
Amor desgarrado entre personas al margen: un músico bluegrass y una tatuadora. Demasiado bonito para durar; la desgracia llegará en forma de hija enferma.
Preciosa y emotiva combinación de música (increíble banda sonora), dolor y amor. Bellamente filmada y fabulosamente contada.
Es también, en el fondo, manipuladora, tramposa y efectista; recurre a los extremos melodramáticos más ramplones y desaforados (el cáncer infantil es un recurso demasiado fácil y gastado), a la estética más superficial y bonita (esa fotografía de postal), a los discursos más coyunturales y oportunistas (células madre versus Bush como paleto diabólico, aunque el trasfondo sea eterno: fe contra razón), a la narrativa más de moda y valorada (lo fragmentario es, quizás desde "Short Cuts", el modo de contar más prestigioso y utilizado por los directores más independientes o ambiciosos artísticamente), a unas canciones maravillosas... PERO... se salva porque está todo muy bien hecho; hay elegancia y precisión, emoción y belleza; se dosifica la información con acierto y se utilizan las elipsis con criterio; consiguen, en definitiva, lograr lo que se proponen: interesar, entretener y emocionar. Es, resumiendo, una historia bastante convencional contada con talento, inteligencia y claridad.