Por supuesto nada que ver con la serie de terror en el Lago Placido iniciada en el 99 por Steve Miner y que lleva ya la friolera de 6 entregas y que probablemente sea más absurda y de más risa que esta comedia que nos propone el inclasificable Quentin Dupieux a la que aplica su máxima con la música electrónica de improvisar y no pensar.

Dos amigos simplones por no decir idiotas encuentran una mosca gigante. Ante este presupusto tan surrealista y absurdo uno se las promete felices, pero al final la cosa va languideciendo, aunque con buen ritmo narrativo, en una serie de gags que lo más que me provocan es indiferencia y salgo un poco "mosqueado" (el chiste era inevitable) por que me parece que Dupieux ha perdido una buena oportunidad de hacer algo más divertido e interesante. Se agradece el riesgo.