Es sabido que para entender, si es que eso es posible, a este genial cineasta y acomplejado y complejo ser humano, basta y sobra con ver sus películas en las que se proyecta en una catarsis perenne de su yo y sus fantasmas. El título original "Buscando a Ingmar Bergman" me parece más apropiado.

Von Trotta a la cabeza de la terna de directores inicia un proceso peripatético en el sentido aristotélico de la palabra, un paseo de búsqueda reflexivo sobre el perfil más humano que profesional de este sueco inmortal que revolucionó la forma y el fondo de reflejarnos en una pantalla. Algunos de sus hijos y un nieto que vienen a confirmar su desapego familiar, algunas de sus actrices y reputados cineastas y algunos de los espacios donde vivió y trabajó aportan de forma relajada sus puntos de vista, incluida la propia Trotta. Nada nuevo bajo el sol de Bergman y poca profundidad pero que complementa a "Bergman su gran año" (Jane Magnusson / 2018) y ayuda a dar mayor volumen a su figura de la que celebramos  en 2018 los cien años de su nacimiento.

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