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España España · MADRID
Voto de ELZIETE:
8
Drama. Bélico El golpe de estado del 18 Brumario de 1799, que significó el fin de la Revolución Francesa, puso el poder en manos de Bonaparte, el más prestigioso de los generales franceses, sobre todo después de sus brillantes campañas en Italia y en Egipto. Desde 1799, Napoleón no sólo fomentó la difusión de las ideas revolucionarias, sino que, además, se lanzó a la conquista de Europa. En 1804 se autoproclamó emperador de Francia con el nombre de ... [+]
17 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abel Gance va sobrado. Mucho más incluso que este Napoleón de aspecto vampírico (Albert Dieudonné). Su pasión por el cine le lleva, sobre todo en esta época de madurez, a abordar proyectos de gran metraje como "La rueda", cuando no inmensos como el proyectado de 6 films sobre la vida de Bonaparte del que solo pudo realizar el primero, ya con una duración de más de cinco horas.
Lo ejecuta con pasión casi febril durante dos años y aporta una galería de innovaciones técnicas que a la postre son su mayor legado, que van desde el propio plano conceptual y simbólico de las imágenes, a los múltiples fundidos, liberación de la cámara que se ubica en mano o en sitios insólitos, los cortes rapidísimos que ya había ensayado en "La rueda"..., etc, etc, llegando incluso a la misma sala de proyección con su sistema de Polyisión con varias pantallas y proyectores. Lo dicho, sobrado. Y además se le nota que es consciente, que quiere subrayar la importancia de lo que está haciendo y de como lo hace, aunque tenga que utilizar los propios intertítulos y su propia firma en cursiva como broche final.
¿Y que es del propio Napoleón?. Pues Gance le deja un hueco hierático, de símbolo de la Gran France, padre de la patria, dios olímpico transmutado en semi hombre, semi águila, que siendo un genio introvertido y mesiánico desde su más tierna infancia (genial la pelea de bolas de nieve) llegará a apuntalar la revolución que cambió el mundo occidental y prefigurar la unidad europea, aunque por el camino se cargue a la mitad de su pueblo y a la otra mitad de Europa. Nos quedamos con las ganas de saber si en las siguientes cintas que nunca llegaron a realizarse, Gance seria algo más critico con las sombras del Gran Corso. Aquí todo son luces, aunque sea un patoso en asuntos amatorios.
En cinco horas hay de todo, grandes escenas y momentos y mucha repetición a la que habría que meterle la tijera, lecciones de historia, personajes famosos bien caracterizados, grandes movimientos de masas, infinita variedad de planos y todo a un ritmo la mayoría de las veces vertiginoso. Algunas subtramas herederas del folletín decimonónico relacionadas con Josefina y un tono épico y chauvinista que debió acojonar al propio Griffit.
Una gran fiesta del cine, una genialidad desorbitada donde uno puede salir con muchas cosas en la cabeza inolvidables y un dolor de la misma a la altura del magno evento.
Coppola en el 81 la restauró y le dio un empujón para que las nuevas generaciones vieran y oyeran (música de su padre) que en el 27 sabían de que va esto del cine.
ELZIETE
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