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Voto de Juan Marey:
9
Western Una banda de ladrones de bancos recorre el desierto y llega a un poblado fantasma donde sólo vive una joven con su abuelo... El guión de Lamar Trotti se basa en una historia de WR Burnett y en "La Tempestad" de William Shakespeare. (FILMAFFINITY)
3 de mayo de 2015
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Cielo amarillo” es uno de los grandes momentos del western, espartano hasta la médula, es una consecuencia directa y afortunada del éxito que el director William Wellman cosechó con “Incidente en Ox-Bow”, se repiten incluso escenas como la primera del salón, o la idea del cuadro de una mujer desnuda a lomos de un caballo. La acción se sitúa en 1867, es decir, apenas terminada la guerra de Secesión, y está protagonizada por un grupo de forajidos que han participado en esa guerra civil y llegan a una ciudad fantasma llamada “Cielo Amarillo”. Así pues, tenemos todos los ingredientes del western, bandidos, caballos, rifles, revólveres, ciudad muerta, desierto, un sol de plomo, una mina de oro y hasta una mujer joven y atractiva, muy dura ella también. Ingredientes mezclados con mucha retranca, con mucho humor frío, en un western, como digo, espartano hasta la médula, la chica duerme vestida, la gente habla lo mínimo, la música lleva un firmante ilustre, Alfred Newman, pero sólo se oye un poquito al principio y un poquito al final.

La chica es Anne Baxter, jovencita de 25 años que trabajó luego con los más grandes, está a la altura de su personaje, que es fundamental. Tiene en frente a un grupo de hombres poco recomendables encabezados por Gregory Peck, ya es raro verlo haciendo de malo un rato y, en un muy segundo plano, Richard Widmark.

William Wellman es como el Rey Midas y acumula momentos mágicos, alguno antológico, como la pelea de Gregory Peck y Anne Baxter a cabezazo limpio, como el atraco y el desatraco, como ese duelo en el salón que estáis invitados a seguir, pero sin ver nada, de noche y desde la calle. Una sucesión de escenas que no tienen desperdicio, filmadas con un contraste notabilísimo por Joe MacDonald.
Juan Marey
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