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Voto de Juan Marey:
9
Cine negro. Intriga. Drama Stanton Carlisle (Tyrone Power) es un aventurero que llega a una feria deseoso de abrirse camino y progresar. Tras sentirse impactado con el "monstruo" que allí exhiben, conocerá a Zeena (Joan Blondell), la pitonisa, y también a Molly (Colleen Gray), una joven que enseguida se siente atraída por él. (FILMAFFINITY)
20 de enero de 2013
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El callejón de las almas perdidas” es una obra maestra, un thriller, un drama psicológico en el que se pone en cuestión las apariencias a partir de una serie de oposiciones o comparaciones, la bola del vidente puede transformarse en botella de alcohólico, la confesión ante el charlatán ser equiparada al relato hecho en la intimidad del psicoanalista, la lectura de las cartas del tarot es tan fiable como la reflexión psicológica.

El director de la cinta es Edmund Goulding, un cineasta de gran calidad pero que tuvo pocos proyectos que estuvieran a su altura. En este caso Tyrone Power es el protagonista, él fue quien impulsó la producción y la hizo posible al aceptar él, que en 1947 era la gran estrella masculina de la FOX, un papel de charlatán o vidente, de tipo inquietante por lo atractivo y porque dice la verdad, porque adivina nuestros secretos con armas que se nos antojan ilícitas.

El film es además de una gran elegancia visual, con la estupenda fotografía de Lee Garmes y, sobre todo, una prueba del enorme talento del cineasta para dotar cada secuencia de identidad visual clara, próxima al surrealismo y siempre al servicio de una mirada despiadada sobre el mundo.

En todas las enciclopedias se habla de un final patético, con Tyrone Power convertido en monstruo de feria que devora pollos vivos, ese plano o esa secuencia, que sería coherente con la película, no figuró en la versión final del film, probablemente porque el final era de comercialidad más que dudosa y no soportable para un público incapaz de aguantar que tanta crueldad se cebase en su héroe.

Gran, gran película, original y fascinante, y que no ha perdido un ápice de actualidad a pesar de los más de sesenta años transcurridos desde su estreno.
Juan Marey
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