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Voto de Juan Marey:
7
Bélico. Drama Al terminar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), seis soldados alemanes vuelven a Berlín para trabajar desactivando bombas. Pero la presión que supone tan peligroso trabajo no tardará en pasarles factura. (FILMAFFINITY)
1 de enero de 2024
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“A diez segundos del infierno” fue uno de los primeros trabajos en la carrera cinematográfica de Robert Aldrich, quien años más tarde alcanzaría la fama con la dirección de “Doce del patíbulo”, sin embargo, el nombre de Aldrich no figura en los títulos de crédito, ya que en el montaje final de la película, los responsables del estudio entendieron que la duración del film era demasiado larga, por lo que decidieron eliminar 30 minutos de metraje, esta decisión, adoptada de manera unilateral por parte de la productora, indignó a Aldrich, que exigió la restitución del material eliminado, como finalmente el estudio no accedió a los deseos del director, el nombre de este fue eliminado de los créditos, curiosamente fue una producción auspiciada por los estudios británicos Hammer Films y sus protagonistas eran soldados alemanes.

“A diez segundos del infierno” es una película “de guerra” sin batallas ni despliegues estratégicos, la película exhibe un tono íntimo y fatalista, deliberadamente anti-espectacular, subrayado por el enfrentamiento entre Koertner y Wirtz, las secuencias de desactivación oscilan entre un tenebroso sentido de la pedagogía y la inevitable tensión que emerge del peligro, juegan maliciosamente con los aspectos mentales más distorsionados, negados o ignorados del público, proponiéndole una pesadillesca percepción de la vida que conduce al film hacia el terreno del expresionismo, Aldrich trabaja cada plano como lo haría un pintor: la textura neblinosa de los claroscuros, la construcción del espacio, el aspecto físico de los personajes y su modo de moverse tienen la definición, la necesidad, el tono preciso para expresar una emoción más que una reflexión, las secuencias resueltas en términos exclusivamente visuales revelan una gran tensión y confirman a Robert Aldrich como un cineasta extraordinariamente dotado para la creación de clímax, en ese sentido, “A diez segundos del infierno” es una película que nos sirve para ratificar el talento de Aldrich como director. La austeridad de los míticos estudios de la UFA en Berlín, en pleno proceso de rehabilitación tras haber quedado sus instalaciones seriamente afectadas durante la guerra, no inspiraron especialmente al cineasta, que, en la medida que le fue posible, recurrió al rodaje en escenarios naturales, pese a que ello conllevara el encarecimiento de la producción, este hecho marcó el inicio de las desavenencias entre Aldrich y el productor del film, Michael Carreras, demostrándole a aquél que la disposición natural de un productor cinematográfico por limitar la creatividad del director al que tiene bajo contrato era un fenómeno que trascendía fronteras y que no se localizaba únicamente en Hollywood.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juan Marey
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