Cuando uno termina de ver ‘Ant-Man’ y sale de la sala de cine, se encuentra con la misma sensación que le deja el tráiler. No es una mala película, a estas alturas la Marvel se ha curado en salud, tira por el camino fácil, utiliza cuatro cinco referencias a su extendido universo y poco más tiene que hacer. Encima, por si fuera poco, encuentra actores molones para que se unan a la fiesta (véase Paul Rudd, Michael Douglas, Corey Stoll o Evangeline Lilly), se diviertan y así se justifique un poco más el dinero de la entrada.

Pero hay algo que deja claro que Marvel está terminando la Fase 2 de su plan para dominar el mundo y la taquilla un poco exhausta. De un tiempo a esta parte, las escenas de clímax están empezando a resultar demasiado exageradas que tiraban de efectos especiales hiperrealistas. Puede pasar en el caso de ‘Capitán América: El soldado de invierno’ o en ‘Los Vengadores: La era de Ultrón’. Pero en ‘Ant-Man’ no.

Analizada la película de principio a fin, creo que las mejores partes de ‘Ant-man’ son aquellas en las que no hay escenas de acción. Me gusta Paul Rudd, me da el pego como posible héroe y la relación entre Douglas, Lilly y Stoll (al que le falta más metraje para terminar de pasárselo en grande). Lo de Michael Peña es una batalla perdida, el hombre solo vale para cuatro chistes fáciles. Incluso toda la parte del entrenamiento con el traje está bien.

Pero, a partir de ahí, las escenas de acción son un auténtico desastre, y no porque estén mal hechas, sino porque me sacan completamente del ritmo de la película. No me resultan creíbles (abrumados por un guión flojete), pero en ningún sentido. Cuando a un blockbuster le sucede esto, es el peor de los problemas. Cuando ves que el protagonista se pone el traje, el interés acaba descendiendo. No me entran ganas de volver a ver sus aventuras.

‘Guardianes de la Galaxia’ fue un bonito soplo de aire fresco que ofrecía material novedoso y bien ejecutado, pero con ‘Ant-Man’ se corroboran errores que ya sucedieron en otras películas. Cuidado con la fase 3.

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