Su rotundísimo éxito ha hecho que terminase picando, a pesar de que algo me decía que esta película no estaba hecha para mí. ‘Voy a pasármelo bien’ es una comedia sosita, con una historia central de lo más justita y que se rellena a base de números musicales que, siendo sinceros, son bastante flojos.

Hay un serio problema cuando una película de este corte no consigue hacer que quiera levantarme del asiento y me ponga a bailar. No es que me apasionen los musicales, pero basta con que conecte con un número o un baile para dejarme llevar por la historia. Quizás el problema sea que, aunque me gustan los Hombres G, tampoco me vuelven especialmente loco. De hecho, más de una canción ni me sonaba.

Aún así, esperaba ver una película entretenida que me contase algo o, de paso, aprovechase la ciudad en la que vivo para que sirviese de gran telón cinematográfico. Pero ni una cosa ni la otra.

La historia tiene dos ejes argumentales y lo cierto es que la película hubiera funcionado mucho mejor si constase solo de la parte de los niños, encantadores y mucho más carismáticos que los mayores que, ciertamente, están para hacer bulto y arrastrar a la gente al cine. Los Rovira o Arévalo están cien veces mejor en cualquier otra película que en esta.

Mucho se publicitó el rodaje de la película aquí, en Valladolid para que, la verdad, quede como algo meramente anecdótico. No se saca nada de partido a las maravillosas estructuras o instalaciones que, de pasa y fortuitamente, alguien puede ver en pantalla. Es un pretexto para la historia y me parece que es desaprovechar lo que tienes delante.

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