Nunca entenderé la decisión de Disney de no volver a hacer cine de animación tradicional. Y menos yo, que crecí con cada uno de sus clásicos. Puedo entender que ‘Tiana y el sapo’ supusiese un fracaso de taquilla importante, pero no me parece una razón suficiente.

En pleno confinamiento he decidido volver a mi infancia con uno de esos clásicos de los que mejor recuerdo guardaba. ‘Merlín el encantador’ nos contaba la historia del Rey Arturo y la espada Excálibur desde el punto de vista del mago más famoso del mundo (que me perdone David Copperfield).

Pero siempre me ha llamado la atención que, en esta película, eso no es lo más importante y lo que de verdad quiere contar. Es algo que surge al principio y al final del metraje. Toda la parte en la que Grillo es el aprendiz de Merlín y Arquímedes es el motor de la película y ocupa la mayor parte del metraje. Todo eso, lo que ocurre justo en medio, son lecciones, historias y moralejas muy sencillas con las que todo crío disfrutara, reirá y se divertirá de lo lindo.

Canciones pegadizas, sin ser innumerables, gags ingeniosos y una animación tradicional que, hoy en día, da morriña. Padres, recuperad ‘Merlin el encantador’ y pasad una bonita tarde de cine con vuestros hijos.

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