No tenía muchas esperanzas puestas en ‘Alimañas’ la verdad. El género de «historias que suceden en una comunidad» tocó techo cinematográficamente hablando con ‘La comunidad’ de Álex de la Iglesia y en la pequeña pantalla con ‘Aquí no hay quien viva’ para terminar decayendo completamente en ‘La que se avecina’ (a pesar de que considero que tiene ciertos aciertos).

Cuando ‘Alimañas’ arranca parece que va a ser un capítulo extendido de la antigua serie de Antena 3. De hecho, parece el mismo edificio, con su escalera infinita, solo falta el ascensor. Luego, la mala baba de Jordi Sánchez empieza a hacer efecto y vamos, poco a poco, descubriendo a los seres que dan origen al título, llegando a la conclusión de que, efectivamente, el ser humano es sumamente rastrero y avaricioso.

Ya sea por conseguir una cantidad de dinero o por unos abanicos prometidos, los personajes irán de aquí para allá en una noche apocalíptica marcada por la lluvia y los malentendidos. Por ahí también están las vecinas cotillas, que no dejan escapar un momento para aprovecharse o intentar hacer, de vez en cuando, algo bueno.

No os va a cambiar la vida, pero ‘Alimañas’ ha sido una agradable sorpresa. Es una cinta entretenida, divertida y que es capaz de funcionar en su corto y medido metraje. Tampoco hacía falta pedirla más.

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