Tony Leondis (reputado animador de cortos y telefilms infantiles) debutó en la dirección de largometrajes con esta cina animada familiar más orientada al público infantil que al adulto. Gene es un emoji "bah" que vive dentro del móvil de un adolescente, pero los conflictos y las aventuras llegarán cuando decide que no desea ser un emoji "bah" ni seguir los pasos de sus padres.

Con un planteamiento de "protagonista que no encaja y que buscará su propio camino" visto mil y una veces en el cine animado para todos los públicos (que si "Shrek" (2001), que si "Brave" (2012), que si "Rompe Ralph" (2012), que si "Bee Movie" (2007), etc.), "Emoji: La película" posee una premisa tan trillada como previsible (desde esas ansias por ser uno mismo, pasando por los obligados amigos que hace por el camino hasta llegar a la resolución final con sus padres y compañeros)... y quien espere un desarrollo con el ingenio cómico de "Shrek" de "Ice Age" (2002) o con la emotiva profundidad de "Coco" (2017) o "Soul" (2020)... que siga esperando o que espere más bien un largo del nivel de "Bee Movie" (2007), "Hotel Transilvania" (2012) o "Madagascar 3" (2012). Y esto es un film resuelto que entretiene en un primer visionado tanto a niños como a adultos que los acompañen.

Una película que nunca se sale de los arquetipos, pero que los deja discurrir por los pronosticables avatares virtuales con compás y vistosidad. Pero desde luego "Emoji: La película" adolece de originalidad y bebe continuamente de las cintas de Disney/Pixar (en puntos el film parece una mala copia de "Rompe Ralph" (mala copia en el sentido de su trabajo de guion a la hora de mimar los detalles de las situaciones), dado que comparte muchos viajes dentro de "la nube" y de aparatos informáticos).

Así pues estamos ante una cinta que no logra otra cosa más que distraer al público por hora y media con una música fulgurante (que no original. El film usa como recurso buenos temas pop que son todos ellos himnos propios), una iluminación lustrosa (en la que los colores relucen con una saturación magnífica) y una animación simpática y atinada (que no memorable y tierna). Elementos todos aunados a un desarrollo de los acontecimientos tan manido como fluido.

En definitiva, un pasatiempo que contentará a los más peques de la casa (aunque lo olvidarán bien pronto. Que esto no es "El Rey León" (1994) o "El Príncipe de Egipto" (1998) precisamente) y que los adultos podremos soportar al menos una vez sin que nos produzca tedio. Es recomendable para ese público familiar como un momentáneo esparcimiento, pues la cinta se pone a la altura de "Ratónpolis" (2006), "Tiana y el sapo" (2009), "Ice Age 4: La formación de los continentes" (2012), "Rango" (2011), "Futbolín" (2013), "Las aventuras de Tintín" (2011) o "Piratas" (2012). Desde luego (y aunque se quede a años luz de largos estandartes de la animación como "Los increíbles" (2004) o "Del revés" (2015)) mejor que desastres como "Simbad" (2003), "Bolt" (2008) o "Ice Age 3" (2009) sí es.

Lo mejor: La elección de los temas musicales.
Lo peor: La falta de ambición y aspiraciones de su guion.