Hace mucho tiempo me aficioné a las novelas de Simenon protagonizadas por el comisario Maigret.
Era una edición vieja, de ejemplares desgastados. No sé cuántas llegaría a leer, pero me engancharon mucho durante algunos veranos.

El protagonista era un tipo gris, con escaso carisma y ninguna excentricidad. Se limitaba a hacer su trabajo con la precisión de un relojero. Lo que me enganchaba era su técnica de interrogatorio. A veces no comprendía por qué interrogaba a cierto personaje o por qué preguntaba algo que parecía irrelevante. Pero todo tenía sentido en su camino hacia la verdad.

Gerard Depardieu encarna a ese policía en su vejez, cansado y triste. No encontraremos grandes escenas de acción, pues la narración es fiel al personaje. Maigret no saltará por los tejados persiguiendo a un asesino ni empleará más arma que su sentido común.

¿La película hace justicia al recuerdo que tengo de aquellas novelas? No del todo. El argumento no se muestra del todo logrado. Me quedo con la ambientación y sobre todo con la melancolía que desprende la figura del comisario.