Cuando te dispones a visionar una película de hace casi 100 años, tienes que estar dispuesto a ello; es otro lenguaje, otro ritmo, debes valorar otras cosas… y la verdad es que he visto muy poco cine mudo, por lo que aún me parece más sorprende que esta cinta me resultara tan distraída. Con pocos diálogos –los necesarios para hacer comprensible la historia-, unos decorados turbadores pero fascinantes y atractivos a la vez, un desarrollo ágil del relato y unos personajes con personalidad muy expresivos, se nos cuenta una historia fantástica (en ambos sentidos) que entretiene y sorprende.

La película derrocha originalidad y nos ofrece ingredientes cinematográficos que se han convertido en habituales en 100 años de historia del cine: el engaño visual, los giros de guión inesperados, la intriga generada a partir de dar pistas suficientes para que el espectador sospeche qué ocurre.

En definitiva, una película que engancha y sorprende, que considero de visionado obligatorio, tanto por su belleza, como por su influencia en todo el cine que vendría después… estoy seguro de que Tim Burton o David Lynch adoran tanto esta película como yo.

¡Una joya!